La vocación profesional pierde sus pilares

José Blas Fernández Sánchez

En estos días estamos acudiendo a los distintos exámenes que se están llevando a cabo para la PEvAU, antigua selectividad, en Andalucía, al igual que en otras Comunidades Autónomas, pero observamos con preocupación que los parámetros que hasta la fecha se han hecho en años precedentes han variado en su contenido sin que por ello sea la materia a examinar la que distorsione los buenos conocimientos que un estudiante debe tener. Comprobamos cómo más de 20.000 personas han impugnado el examen de matemáticas de selectividad, porque dicen que se han encontrado con preguntas inapropiadas o fuera de lo que pensaron ellos que podían poner y lo mismo ha ocurrido con el examen de químicas u otros que se han formulado para sus resoluciones por parte de los estudiantes y ha saltado la chispa de que los mismos no son los adecuados para las preguntas y problemas a resolver.

Este controvertido problema trae consigo que la sociedad civil pueda pensar que los jóvenes que se presentan en la selectividad han sido engañados o al menos equivocados en los planteamientos de esos exámenes, cuando debemos conocer que quien se presenta a determinadas materias, o las domina, o es que como papagayos quieren saber el resultado sin hincar los codos en la mesa para estudiar. Es cierto que todos los que nos hemos examinado de tantas materias en la vida, cuando nos ha salido mal le echamos la culpa al profesor o a quien ha puesto el examen, pero nunca o casi nunca diremos que íbamos flojos de remos en los conocimientos que debemos tener y es lógico que la calificación no sea la que se esperaba.

Bien o mal, cada uno está encajando los resultados para luego escoger una carrera. Es decir, habrá auténticos superdotados y otros que no superarán las pruebas, pero esto solo es posible si verdaderamente aquello que nos guste lo hacemos y estudiamos con todas nuestras fuerzas o bien pasamos de estas pruebas para cubrir un mínimo expediente y luego tener una puntuación más o menos alta para escoger una carrera. Dicho ésto, pensando que esta selectividad es la única que puede filtrar las puntuaciones para llevar a cabo unos estudios universitarios y no encontrando otra fórmula mejor para ello, nos enfrentamos de lleno a que quien saque una nota media baja, no tenga opción par estudiar lo que quería. Es decir, tendrá que irse al cuadro de determinadas puntuaciones y escoger de ahí, aun cuando no le guste, la carrera que le imponga esa puntuación, pero en este caso la vocación por lo que quería ser se le ha frustrado y de seguir en los estudios que le han tocado en esa tómbola de las puntuaciones, padecerá una frustración tal que luego entrará en esas carreras de parados que sólo poseen un título universitario, pero sin el engranaje de la vocación y la superación por ser lo que uno quería.

A estas alturas es difícil encontrar un punto medio para ello, pues los alumnos a veces por no decir muchas, les fallan los nervios, la inquietud, no haber dormido adecuadamente las noches anteriores a los exámenes, su situación psicológica y otras muchas causas más que traicionan en el momento de sentarse para hacer el examen y eso a la larga debilita sus conocimientos, los hace sentirse inseguros y cometen fallos que seguro haciendo estos exámenes con tranquilidad y de manera parsimoniosa los resultados serian mejores. Por ello, apartando la suerte a un lado y pensando que todo lo han estudiado y lo saben, tenemos a jóvenes frustrados para toda una vida, pese a que han sido unos magníficos estudiantes, pero el “juego” de las notas medias es soberano para el resultado de acceso.

En resumen, cuando uno es pequeño y te preguntan ¿qué quieres ser de mayor?, te vas afincando a una profesión o a una vocación que la conservas permanentemente, bien porque te guste o por herencia, pero cuando en la selectividad te dan una nota media que no alcanza para cubrir tu vocación, te sientes fracasado, alucinado y marginado porque en primer lugar, no vas a estudiar lo que querías y en segundo lugar y lo que es peor, vas a tener que estudiar lo que no querías y eso crea unos parámetros de jóvenes frustrados que a la larga tenemos que recordar aquella frase de que “muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”.

No sé si las herramientas de hoy son las adecuadas, como tampoco sabemos si son óptimas para calificar unos conocimientos, pero si desde luego hay estudiosos en la materia que consideran que el sistema hay que variarlo y tener otros tipos de notas medias, que se estudie para ello.

Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.

3 Respuestas a “La vocación profesional pierde sus pilares”

  1. Totalmente deacuerdo con el contenido del artículo. Es penoso ver cómo algunos estudiantes se quedan sin estudiar lo que verdaderamente les gusta y escogen otra carrera que o no acaban o acaban y no ejercen. Es injusto que todo un bachiller se juegue solo en un examen que puede ser desastroso por unos simples nervios y agotamiento estresante que padecen todos los estudiantes en estas pruebas de selectividad. Comparto que sería necesario buscar otro método porque la vocación en estas circunstancias peligra. Enhorabuena de nuevo Sr. Blas.

  2. De acuerdo que habría que pensar en buscar otro método, pero sobre todo ampliar las plazas universitarias de las carreras más demandadas por los estudiantes o también sería buena opción concertar plazas con universidades privadas y así aumentar la oferta.

  3. Hoy la vocación no es lo que vale, la puntuación impera sobre ella y la frustración es terrible. Lleva mucha razón Sr Blas porque ud es un hombre vocacional en lo que hace y eso hoy no existe. Le ratifico cuánto dice y le felicito.

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