El mañana nos pertenece | Jaime Pérez de Sevilla

«El mañana nos pertenece», de Jaime Pérez de Sevilla, un debut literario que asombra. 

Los malvados son malvados porque así nacieron y así han sido siempre. Esta frase, que ya suena poco creíble, lo será aún menos tras leer El mañana nos pertenece, la primera novela larga de Jaime Pérez de Sevilla (Madrid, 1983). A lo largo de sus páginas, iremos comprendiendo que, a menudo, la línea que separa a las buenas personas de las que son capaces de cometer hechos abominables no es tan ancha como pensamos. 

Debutar con una novela de la calidad de El mañana nos pertenece está al alcance de muy pocos autores. Uno de ellos es el madrileño Jaime Pérez de Sevilla, que nos muestra toda la crudeza del racismo y, al mismo tiempo, la cara más humana de las personas que lo llevan por bandera. Lograr que uno se sienta repugnado y a la vez se llegue a sorprender empatizando en ciertos momentos vitales con los protagonistas de una historia que habla nada menos que del Ku Klux Klan requiere de una maestría que hace difícil creer que estemos ante un novato en estas lides, por mucho que él mismo se esfuerce en asegurarlo: «Había escrito antes, pero jamás una novela tan larga, tan seria, ni con intención de publicar. Llevo escribiendo desde que tengo uso de razón pequeñas historias que mis padres, pobres sufridores, leían. Primero escribía a mano, luego con una vieja Olivetti de mi padre y, más adelante, con una máquina de escribir eléctrica que me regaló él. Siempre historias policíacas. Pero nada parecido a esta novela. De hecho, cuando la escribí, por puro divertimento, llevaba años sin hacerlo».

El mañana nos pertenece es un thriller por el que transcurren dos historias paralelas: por un lado la de los hermanos Norton, que llevan vidas aparentemente normales pero cuyo pasado está ligado a la barbarie del Ku Klux Klan. Por otro lado, la de dos detectives que investigan el asesinato de una joven afroamericana. Se trata de dos hilos argumentales que van confluyendo de una forma magistral, y que, en palabras del propio Pérez de Sevilla, ha configurado la base de esta novela para resultar tan llamativa para el público: «Para mí resultaba mucho más efectivo a la hora de generar la tensión en esta historia. Considero que cuando te pones a escribir, has de hacerlo para ti, no pensando en los lectores; sólo así verás si la historia funciona, si contigo mismo es efectiva. Escribir los dos hilos e irlos acercando uno a otro me generaba tensión, inquietud y ansia por ver cómo chocaban y todo volaba por los aires. Espero que en el lector produzca esa misma sensación».

Como hemos mencionado al inicio de este artículo, lo que verdaderamente pone en valor la capacidad literaria de Jaime Pérez de Sevilla es la capacidad que demuestra para hacernos empatizar con los monstruos. Por supuesto, esto no significa que vayamos a validar algunos hechos execrables que se relatan en la novela, sino que seamos más bien capaces de comprender que quienes escogen la monstruosidad como camino vital no son sino seres humanos, como nosotros, que, si no tenemos cuidado, nosotros mismos podemos estar más cerca de lo que pensamos de convertirnos en monstruos; tal vez sea una simple decisión lo que nos separa de eso.

«No van a encontrarse con una novela que trate exclusivamente sobre el racismo, sino que es el telón de fondo para encontrarse temas como la familia, la amistad, la traición o la corrupción; y, por su puesto, es una novela llena de grises, en la que no hay nadie perfecto. Leerán una historia con dos hilos paralelos que parecen ir confluyendo. Espero que se entretengan, se diviertan y se emocionen como lo hice yo al escribirla», asegura el autor.

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