La Mano abierta | Julio Mariscal

V. C. Cortes| WeltDeLibros

Hablar de Julio Mariscal es hablar de uno de los poetas más importantes del siglo XX, andaluz, de Arcos de la Frontera y coetáneo de otros grandes referentes de la poesía, es considerado el mayor exponente de la poesía amorosa de la segunda mitad del s. XX.

Sin embargo, Julio Mariscal no se encuentra entre los poetas más conocidos (fuera de su entorno) la obra de este autor arcense está poco divulgada, en parte porque una gran cantidad de sus poemas fueron publicados en revistas, otra parte sigue inédita, y los libros que publicó fue casi a petición de sus amistades en el mundo editorial, pues el autor no mostraba ningún interés por encumbrarse como paradigma de la poesía andaluza de su época.

En esta antología se recogen poemas de todos sus libros publicados, ordenados cronológicamente y casi por temática, pues Julio estaba ampliamente influenciado por su entorno y su estado de ánimo. La evolución de sus poemas es casi palpable.

Así pasamos de un amor juvenil e inocente, a un amor marcado por la muerte, una muerte macabra que arrebata a la persona todo reducto de amor, la siguiente etapa se manifiesta por un amor prohibido, doliente y escondido, pues Julio Mariscal acepta su propia homosexualidad a través de sus versos y al mismo tiempo le abochorna su propia afrenta personal. Sus últimas obras vuelven a dar protagonismo a la muerte, pero esta vez una muerte cercana que se acerca a ti como una vieja amiga.

Nacido en 1922 en Arcos de la Frontera, Cádiz. Pasó su vida dentro de los límites de su Andalucía natal. Incluso siendo cofundador de revistas en Madrid, nunca llegó a visitar la capital. Tras su servicio militar, Julio coincide en Cádiz con autores en su época aún desconocidos pero que con el tiempo lograrían ganarse renombre en el mundo literario, como son Caballero Bonald o Fernando Quiñones.

Terminado magisterio en Cádiz, Julio será destinado a varios pueblos, llegando a Paterna de Rivera en 1959. Allí Julio dejó impronta y discípulos, fue uno de los maestros más queridos en el pueblo, y que hoy en día sigue resonando por sus calles y sus gentes. Como paternero, me enorgullece saber que un poeta de la talla de Julio Mariscal influyó en generaciones de paterneros, no solo como maestro, sino como impulsor de la Semana Santa paternera, así como el empujón definitivo que dio a los cantaores locales de flamenco, escribiéndole peteneras, saetas, y siendo el propulsor del I Concurso Nacional de Cantes por Peteneras.

Julio vivió y fue feliz en Paterna, o eso atestiguan las fuentes, lo consideraba su segundo hogar. Y allí escribió dos de sus obras más emblemáticas, TIERRA DE SECANO (1962) y TIERRA (1965). La primera es una oda al costumbrismo más desgarrador de la postguerra, algo que vería de primera mano en Paterna. Y la segunda un poemario cargado de metáforas, erotismo y simbolismo. En ella Julio pierde el miedo a hablar de un amor homosexual, que como sabemos era censurado en su época.

La pérdida de su madre, los amores imposibles, los prejuicios y la ignorante moral hacen mella en Julio, cuyo deterioro físico es visible y a petición de sus familiares, vuelve a Arcos en 1967 donde pasará sus últimos años de vida, entre la aceptación de su condición y su propio rechazo. Muchas veces se ha dicho que el peor enemigo de Julio fue el propio Julio.

Morirá en 1977, con dos últimas publicaciones antes de su fallecimiento, ÚLTIMO DÍA (1971) y TRÉBOL DE CUATRO HOJAS (1976) con dos revisiones publicadas de CORRAL DE MUERTOS y POEMAS A SOLEDAD y una obra póstuma.

AÚN ES HOY, obra póstuma de 1980 cierra el ciclo literario de un autor que pudo ser reconocido en vida, pero que pasó desapercibido, a pesar de contar con amistades y tertulianos de conocidos/as poetas, como Gloria Fuertes que llegó a visitar Paterna para ver a su amigo, nunca salió más allá de sus fronteras de confort, pues Julio no buscaba el reconocimiento o la fama.

Así como tampoco fue merecidamente reconocido por la sociedad, más allá de aquellos en los que dejaba estela, como sus alumnos o amistades. Fue víctima de la incomprensión y los prejuicios de su época, y a la vez fue querido allí donde iba. Hoy en día tanto en su pueblo natal, Arcos, como en Paterna se realizan tertulias, homenajes, rutas y reconocimientos a un poeta de la tierra, cuya prosa sencilla y cercana, sin apenas figuras retóricas, pero si cargado de metáforas y simbolismos calaba hondo en sus lectores, desparramando entre las páginas de sus libros, el amor más puro y en todas sus fases.

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