El triste peaje que paga una pequeña empresa

José Blas Fernández Sánchez

         Nuestro país está fragmentado  dentro del mundo empresarial entre  las grandes empresas con su tipología específica centrada en sectores determinados y con una administración competitiva y entre  aquellas empresas públicas que pagadas por todos tienen grandes prebendas  en sus costes y no hablemos de los salarios y sus convenios colectivos que están articulados a capricho y criterio de quienes las gobiernan o quienes negocian  dichos convenios colectivos   con salarios a veces ilimitados  y con una seguridad en el empleo que más la quisiera  el resto del empresariado español.  Es decir, grandes empresas privadas  y empresas publicas que se mantienen  unas con el esfuerzo de su capital social y otras con los impuestos que pagamos todos, pero sin entrar en este tipo de patronales que ya de por sí se descifran ellas solas, nos encontramos con quien verdaderamente crea empleo y que sufre a diario su supervivencia, las cuales se denominan pymes y micropymes  o lo que vulgarmente se conoce como pequeñas empresas capitaneadas por autónomos o profesionales del mismo estilo que tienen a diario que buscar en la competencia su supervivencia y que muchas veces, por no decir la gran mayoría, tienen que responder no solamente de sus ahorros como tales, sino de los ahorros familiares que son los que a fin de cuentas responden  y dan la cara. En España la pequeña empresa suele tener dos socios importantes y de puntuales pagos, los cuales como te alargues en las fechas que tienes señaladas de pago te vienen los correspondientes recargos como suelen ser Hacienda y la Seguridad Social. Es decir,  les paguen sus clientes o no les paguen, ya de antemano tienen garantizados sus impuestos y sus costes sociales se llevan el mayor capítulo de gastos  de las mismas. Pero si estas pymes tuvieran por seguro  que sus mercaderías o productos están garantizados en su venta en precios fijos, pues a trancas y barrancas se saldría al paso, pero no, estas pese a ser las que mayor empleo crean en España, cuentan con gastos generales desorbitados y no digamos el cumplimiento de la norma que es el mismo que para una gran empresa. Es decir, sus contratos de trabajo no son  mejores  que el resto, porque precisamente en  el cumplimiento en materia laboral  y de Seguridad Social  son las más perseguidas por las administraciones, así como la adquisición de la materia prima para transformarla en el trabajo que desempeñen ni son bonificadas, ni  las tienen a bajo precio porque  en miles de ocasiones  no pueden hacer frente a tener un stock almacenado ya que supone  un coste paralizado y la liquidez de las mismas no da para tanto.

         Dicho esto, al ser tratadas estas pymes o micropymes en el aspecto legal igual  que las grandes empresas hay que  buscarles caminos  para que su subsistencia se les haga más fácil, es decir,  aquellas que tengan menos de diez trabajadores  la bajada de impuestos debe ser muy importante  frente a las administraciones y, por supuesto,  los ayuntamientos  y entes que reciben el trabajo de estas pymes deberían soportar  los costes del IVA y  en cuanto a la Seguridad Social, estar en muchos casos bonificadas en el 100%, pues no tiene sentido que un convenio colectivo, ya sea provincial, interprovincial o estatal, tenga un salario del mismo rasero para una empleadora multinacional y con grandes beneficios que para una pyme, la cual para  pagar la nómina a sus trabajadores tiene  que estar pidiendo créditos bancarios y haciendo de pedigüeños de entidades financieras porque no tienen otro camino.

         Creo que va siendo hora  que quienes crean con tanto esfuerzo el mayor numero de empleos como son las pymes  y los autónomos deben obtener un tratamiento fiscal totalmente distinto  al que hoy tienen, sin olvidar por supuesto, un tratamiento en la Seguridad Social  y en los pagos de prestaciones cuando un trabajador está de baja por enfermedad  que lo que hoy se tienen es inviable para las mismas.

         En resumen,  las pymes están ahogadas y asfixiadas, al igual que los autónomos, pues son los peores tratados en todos los aspectos en el mercado laboral y comercial y si  a estos no se les hace fácil su desarrollo  y la supervivencia  vemos  cómo a diario están desapareciendo, se entierran a cada momento el  número de las  mismas y los propios emprendedores que quieren avanzar en el mercado de trabajo están tendiendo  en cada momento a querer vivir de lo público y con sueldos de las administraciones, olvidando que el empleo publico es necesario, pero hemos llegado a cotas tan elevadas que los propios universitarios cuando terminan los estudios, su única ilusión es  opositar para que al servicio público que pueda ostentar tenga la garantía de que su puesto de trabajo no peligrará  y tanto en su jornada como en el salario será un vivir cómodo y tranquilo.

         Al final, desaparecerán las pymes y autónomos y todo el mundo querrá vivir de los presupuestos públicos, sin conocer que llegado ese momento la tradicional economía del emprendedor y las clases medias se habrán ido al traste.

Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.

3 Respuestas a “El triste peaje que paga una pequeña empresa”

  1. Acertadisimo el artículo de D. José Blas, no se puede ni se debe medir con el mismo rasero a multinacionales y a pymes.
    Muy bueno!

  2. Las Pymes son la columna vertebral del empleo y como bien dice este analista experto, si no las bonifican y las tratan como lo que son, una pequeña empresa, pronto estarán hundidas y el paro crecerá de manera vertiginosa. No es lo mismo una pyme o un autonomo que Mercadona, pero laboralmente son iguales en obligaciones. Eso quien lo sabe es la Inspección de Trabajo qye visita mil veces más a las pymes que a una multinacional ¿porque?

  3. Buen artículo y muy certero. Las pymes no pueden tener las mismas obligaciones que las grandes empresas. Es un peaje muy duro y muy alto que llevará a la desaparición de muchas pymes y muchos menos emprendedores.

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