Si tenemos algo de memoria histórica-económica, recordaremos que en 2009 aumentó el gasto público, así como los gobiernos regionales, en un porcentaje tan alto que el gasto subió a 34.500 millones de euros. Todo por aquella burbuja inmobiliaria que no se le encontró ningún remedio, salvo el Plan E del Sr. Zapatero que ascendió a 13.000 millones de euros.
Estamos en el 2022 y si recordamos lo desembolsado por las administraciones en 2020, con motivo de la pandemia, el gasto creció en más de 50.000 millones de euros, que superó con creces el 50% del PIB, por lo que batió el récord del mayor derrumbe de la economía que ha tenido España. Menos mal que los ERTES y las propias empresas aguantaron el empleo y la caída de rentas familiares fue mucho menor que la de la actividad económica, por lo que, según algunos historiadores, el gasto público sobre el PIB no tiene comparación más que con el del año 1938 en plena Guerra Civil.
Pues bien, el actual Gobierno declaró un Estado de Alarma que ha sido cuestionado por el Tribunal Constitucional, pero desde entonces se han llegado a lanzar auténticos bombazos del gasto que veremos, de seguir así, si cuando tengamos que devolver lo que la Unión Europea nos tiene prestado, no entremos en una intervención como casi se llega en tiempos del Sr. Zapatero. Todo cuanto se ha venido haciendo de ayudas a los autónomos, ampliación de cobertura de desempleo, el incremento de las pensiones en cerca de 4.000 millones de euros, el aumento de jubilados, con prestaciones más altas, el Salario Mínimo Vital y un largo etcétera hace que sea el momento, habiéndose decretado la finalización de la obligatoriedad del uso de las mascarillas, por Real Decreto 286/2022, del pasado 20 de Abril, para que la actividad económica empiece a funcionar casi al 100% y tengamos puertas abiertas para todo lo que sea aminorar el déficit económico que es alarmante.
Todo lo expuesto, se ha llevado a cabo mientras las administraciones han estado cerradas a cal y canto escondidas tras la pandemia y quienes viven de nuestros impuestos, como son los funcionarios, han estado con citas previas, teletrabajo, cierre de departamentos, reducción de jornadas y lo que es más importante, en lugar de estar al servicio del administrado, el administrado ha estado al servicio de la administración, porque millones de españoles no han podido entrar ni a conversar con estos funcionarios fantasmas, que estaban detrás de las puertas cerradas de todas las administraciones. El administrado se ha encontrado con un muro de separación para estos que no podían acudir a ningún órgano defensor para exponer sus problemas a quien precisamente él les pagaba con sus impuestos. Hoy, todavía, siguen estas administraciones con las puertas blindadas y con “pistoleros” denominados vigilantes de seguridad, que te impiden que puedas acceder a ese búnker donde están encerrados quienes trabajan, pero que nadie puede verlos porque es prohibitivo pisar un solo escalón de esa larga escalera.
Este panorama de desprecio que ha tenido el administrado o los propios profesionales que tienen que entenderse por imperativo por vía telemática con la administración, han separado en la sociedad civil a quienes necesitan acudir a ellas para resolver sus problemas. Hemos visto, como hasta las personas mayores no tienen forma de acceso a ninguno de sus datos personales o aspiraciones legales que la administración obliga porque la vía telemática es la más cómoda y donde algunos ni se les ve. Antes de la pandemia se entraba en esos organismos, se esperaba la “atención al público” como así se llamaba y ahora es una puerta cerrada y aceda usted por “internet”. En definitiva, quienes han trabajado duramente y solo con el control de la mascarilla y medidas como el hidro-alcohólico, han sido las empresas privadas, las pymes, micropymes y autónomos porque para ellos el consumo del ciudadano era vital para subsistir, pusieron medidas de distancia, números limitados en los establecimientos y metacrilatos para muchos casos poder cobrar el coste del consumo, pero en resumidas cuentas han sido los verdaderos héroes de la pandemia, pues hablar del personal sanitario ya es hablar de superhéroes, ya que curaban la salud de los ciudadanos, pero también ellos caían por contagios en un covid perverso del que aún no tenemos cifras oficiales de los muertos habidos por la enfermedad.
Es curioso ver cómo los organismos públicos han hecho sus barricadas para defenderse del ciudadano, del que le paga su sueldo y al que se debe por ser un servidor público. Pero no, ellos aún siguen en su no querer atender a quien no tenga su cita prevista y desde luego salvo honrosas excepciones si siquiera cogen el teléfono.
Se dice que la pandemia es un antes y un después, pero ¿para quienes?, porque trabajadores de la empresa privada, pymes, micropymes, profesionales y el mundo del trabajo en general ha seguido y sigue siendo el mismo. Por eso, hay que decir, un ¡Puertas abiertas YA!, para que éstas se abran en su totalidad, nos atiendan como es la obligación de los servidores públicos y que todo vuelva a la normalidad, porque algunos se olvidan de que su sueldo proviene de quienes pagan los impuestos.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
Efectivamente ya es hora que vuelva la normalidad al funcionariado también, máxime porque seguramente ellos fuera del horario laboral hacen vida normal e irán como es normal a restaurantes, tiendas etc
A ver si abren las puertas de las administraciones porque el grado de indefension es alto.
Enhorabuena a D. José Blas por el análisis
Desde luego no puede ser mas injusto el que los funcionarios sean los únicos que no trabajen de cara al público cuando todos lo estamos haciendo desde hace tiempo. Ellos deben ser de otro planeta o deben ser seres especiales!!! Basta Ya!!! Desde luego Basta Ya!!! Buen artículo reivindicativo de lo que debe ser un derecho a que te atiendan sin límites en la administración.
Toda la razón en su exposición sobre el trato de desprecio al que nos ha llevado este gobierno , escudándose en una pandemia mal llevada en el amplio sentido, para la persona de a pie .
Lo público cerrado en nuestras narices de manera indecente e indolente ,dirigido desde arriba; y los pequeños y medianos empresarios a pecho descubierto , sin protección ni ayuda , a sacar a sus familias y al país , como siempre adelante.
Ahora , decreto en el que sin pruebas concluyentes , dejamos las mascarillas para mejorar la economía ;pues entonces señores : ABRAM LAS PUERTAS DE SUS ADMINISTRACIONES!!!
Ojalá sea así, haya puertas abiertas, Pepe Blas, pero desgraciadamente lo dudo mucho. Si no, tiempo al tiempo. Fuerte abrazo.
Como siempre da en el clavo, pero creo que uno de los motivos por los que quieren las puertas cerradas,es para aprovechar en.momrnto y poner en práctica sus dotes dictatoriales
Gran artículo lleno de verdad sobre la situación infame que estamos viviendo en el servicio de la administración pública. Cómo bien dice salvó, honrosas excepciones los funcionarios públicos no parecen entender que cobran de nuestros impuestos olvidan sus funciones, y se suman a las inoperantes políticas de un gobierno que nunca debió gobernar. Que dejen de pelearse entre ellos y pongan a trabajar todas las administraciones al servicio del administrador que es lo menos que puede hacer un gobierno decente. Por desgracia este no lo es.
Los funcionarios han sido los más beneficiados de la pandemia, pues se han escondido sin dar un golpe al agua.