V. C. Cortes| WeltDeLibros
La lectura de esta semana viene de la mano de Maxim Huertas, conocido presentador y efímero Ministro de Cultura, cuya faceta de escritor desconocía, y sin embargo “Con el Amor bastaba” es su octava obra literaria (además de relatos, libros de viajes o infantiles). Con esta trayectoria tan mediática he de reconocer que esperaba otra cosa de este libro, incluso a priori pensé que sería otra temática. Y no podía estar más errado.
Con el Amor bastaba es una lectura sencilla pero intensa, muy emocional, tiene una prosa clara y ágil que te hace avanzar las páginas en un suspiro, mismo suspiro que no puedes evitar al ir conociendo la triste realidad de Elio Ícaro, su protagonista, un joven que por caprichos del destino elevará sus pies en el más literal de los sentidos, Ícaro, puede volar.
Tal como su homónimo, Ícaro tiene un padre llamado Dédalo y una madre llamada Sol, y como en la mitología griega Ícaro vuela cerca de Sol, su madre, y pilar de su vida. Son muchas las situaciones que el joven que se eleva vivirá en su vida, y la estupenda pluma de su autor consigue que estas historias desbloqueen en muchos sentidos emociones y sentimientos de los lectores, pues la vida de nuestro protagonista es sencilla y difícil, tal como muchas de nuestras infancias.
En su evolución Ícaro descubre, quizás ya demasiado tarde, que la presión social no puede condicionar tu libertad, que, si tu don es volar, tienes que volar. Pero su carácter reservado y tímido en algunas ocasiones harán que no use su don para engrandecer su felicidad. La historia no deja de ser una Oda a la soledad que muchas personas sin saberlo sufren, la melancolía se desborda entre las páginas y el taciturno carácter de su protagonista cubre de un velo entristecido hasta la más bonita de las estampas, como cuando la familia, con un ya desaparecido Dédalo decide trasladarse a la Provenza francesa y comenzar una nueva vida entre campos de lavanda y altillos con vistas infinitas.
Ésta parte de la lectura se me ha parecido más a escenas propias una película que a un libro en sí, el cariño y detalle con que el autor describe a Sol, la vida entre bocetos de Ícaro y su hermano entre el discurrir de la gente, o los primeros besos adolescentes en los callejones de Aix. Todo ello crea una atmosfera y un ambiente idílico para la novela y vida de los personajes, un respiro de la soledad q inunda el resto de la trama.
El mundo y su entorno evoluciona, pero Ícaro no sabe volar más allá de sus propios límites. Y el recuerdo de Sol se hace patente en cada alzada del suelo. Es quizás ésta, la más cruel de las moralejas pues no hay más limite que el que nosotros mismos nos queramos imponer. Ícaro lo comprende, pero en mi opinión ya demasiado tarde, una vida dedicada a la nostalgia, a la añoranza de lo que se ha ido, y a la tristeza de no haber hecho lo que pudo haber sucedido, no es una vida que vivir.
Es una lectura de diez, pero que evitaría si no estás en un buen momento personal.