Al sur de Indiana | Frank Bill

Pedro Padilla

En apenas pocas semanas de diferencia vuelvo a romper esa regla absurda por la que no suelo hablar de libros de relatos. De la misma manera que Malaventura de Fernando Navarro tenía identidad suficiente para poder sostener un hilo sobre el libro, con Al Sur de Indiana sucede algo similar. No se trata de una mera colección de relatos agrupados a fin de servir al lector una obra más o menos uniforme. Al Sur de Indiana refleja un lugar, sus heridas y miserias.

La extracción social de Frank Bill, hijo de un veterano de la guerra de Vietnam, trabajador en una fábrica, le permite conocer de primera mano las historias que conforman las venas de su primer libro. Historias donde los vacíos de las metanfetaminas, de las armas, de la caza, de la violencia y de los rescoldos de las guerras que EE. UU. insemina con sus pobres encuentran su lugar.

El estilo de Frank Bill, como no podía ser de otro modo, es áspero, rudo. Como un trago de whisky. Como gran parte de las publicaciones de Dirty Works o la colección Al Margen de Sajalin. Hay mucho polvo, mucha soledad, mucha distancia en los relatos que contiene.

A la hora de establecer similitudes es innegable volver la cabeza hacia el maestro de los que se denomina country noir y que no es más que apuntar con la lupa hacia las miserias de la América más profunda y más olvidada. Al Sur de Indiana comparte temática y caminos con Knockemstiff. Ambos ciñen su ámbito de actuación al lugar de origen de sus autores. Ambos tienen violencia y brutalidad a espuertas. No en vano, Donald Ray Pollock es designado el padrino literario de Bill.

Hay que agradecer a Malastierras la publicación de una obra que quizá no sea para todos los lectores. Aprovechamos el cierre de este texto para recordarles que la novelas de Bill, Donnybrook y Back to the dirt se encuentran pendientes de publicación en España.

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