Pedro Padilla
No tenía grandes expectativas con Un verdor terrible. Lo poco que sabía era que se trataba de una obra narrativa vinculada a la ciencia. Las primeras páginas no tardaron en atraparme. Un verdor terrible es una obra desatomizada, descompuesta en pequeñas partículas con entidad propia para construir un relato único. La primera de sus partes Azul de Prusia hará las delicias de los amantes de las curiosidades científicas y el nazismo. Basándose en proceso de manifiesta vinculación cíclica, el lector no tardará en engancharse a los colores, a los venenos, a las armas de destrucción masiva. La ciencia se convierte en el relato de Labatut en el hombre tras la cortina del mago de Oz: el impulso de todo. Y, sin embargo, esta primera (y maravillosa) parte es solo un prolegómeno, la primera dosis de una droga que corre a cuenta de la casa.
La auténtica estructura de la obra da la cara en la segunda de sus partes La Singuralidad de Schwarzschild. Desde este momento y hasta Cuando Dejemos de Entender el Mundo asistiremos a un desfile de científicos. Fritz Haber, Alexander Grothendieck, Albert Einstein, Erwin Schröndinger, Werner Heisenberg o Niehls Bohr. Labatut, como si fuéramos unos niños o unos ignorantes, nos hablará de sus progresos, de las materias en que se convirtieron eminencias, pero esos aspectos distan del concepto de literatura. El rock and roll, el corazón que late es la vida de cada uno de estos científicos, experiencias vitales que son edulcoradas, completadas con la literatura de Labatut. Es por este motivo que Un verdor terrible no es un libro de ciencia, tampoco sobre ciencia. Es un libro sobre científicos.
Es innegable las similitudes de Un verdor terrible con la extraordinaria (e injustamente desapercibida, a pesar de proclamarse finalista del Premio Herralde) La Extinción de las Especies de Diego Vecchio, publicada por Anagrama. Una rama científica como coartada para una obra fresca, fragmentaria y de un alto valor literario. El museo como infraestructura, como esqueleto de la narrativa.
A diferencia de la mencionada La Extinción de la Especies, Un Verdor Terrible se ajusta a la narrativa de historias de vida. Científicos. Tipos peculiares. Pero vidas. Por este motivo en mi memoria se refrescaban los pasajes de una obra que parece alejada, pero que comparte ecos: Oona y Salinger de Beigbeder, también publicada por Anagrama. El desfile de personajes popularmente conocidos, la literatura a espuertas. Ambas obras comparten la construcción de la verdad desde la más profunda mentira.
La lectura de Un Verdor Terrible ha coincidido casualmente con la publicación de la nueva obra de Labatut, Maniac. Ambas comparten multitud de elementos, empezando por el científico. No tardaremos en dejarnos caer en sus páginas como quien pretende regresar una y otra vez a un sueño.