Hay muchas fórmulas que nos diferencian entre países ricos, países pobres y aquellos que ni se mencionan, porque casi nada se sabe de ellos. En esta pandemia, donde los países ricos nos hemos asustado porque nuestras vidas corrían peligro, se ha puesto de manifiesto lo débiles que somos en el fondo y cómo el sorprendido COVID 19 se ha llevado millones de seres para el otro mundo y eso que nos considerábamos invencibles o lo que es peor, poderosos en la economía y comprábamos y tirábamos de todo en una sociedad de consumo incontrolable, pero con un trasfondo mercantilista que no tenía parangón. En estos meses últimos, donde la ola ya ni se sabe ni el número que tiene, hemos ido queriendo salvar nuestro pellejo y la sociedad en su conjunto del primer mundo ha mirado para sí, pensando que con vacunarnos y salvándonos de la quema aquí todo sería pan y bien. Pues no, concretamente mirando para esos países pobres como le ocurre, con un simple ejemplo, a África, donde la población solo está inmunizada en un 0,6% y Sudáfrica, que es el país más rico, sólo lo ha hecho en un 0,8%, es decir, la media resultante es tan desoladora que países como el Congo, Uganda y algunos que ni se conocen, no tienen ni financiación para las vacunas y lo que es peor, no disponen ni siquiera de frigoríficos para guardarlas. Esto, que lo vemos lejos como si ese continente fuese de otro universo, nos está asomando las orejas por nuestras fronteras y ya algunos países como EEUU, por boca de su Presidente, Joe Biden anunció mandar 500 millones de dosis para los países pobres o como Boris Johnson, que también va a enviar 100 millones de esas dosis tan necesarias.
Pues bien, mientras que los países pobres tienen un desolador horizonte, los más ricos ya estamos repartiendo una tercera dosis para asegurarnos nuestro bienestar, nuestra economía y el futuro sanitario, sin saber que el coronavirus no tiene fronteras, es decir, ya tenemos aquí una nueva variante llamada ómicron, donde nos viene precisamente desde África y el nerviosismo ha consistido no en abortar allí lo que nos pueda venir, sino cerrarnos a cal y canto como si este covid 19 no supiese entrar por todas aquellas puertas falsas que ni siquiera sin abrir se cuela por debajo.
¿Qué podemos hacer ante esta nueva variante que, al parecer contiene más de treinta mutaciones?. Pues sólo volver a confinarnos y conseguir que las vacunas que hoy nos inyectan no reinicien de nuevo una poda de nuestras vidas en el primer mundo, buscando el aumento de las defensas, tener anticuerpos para protegernos de todo tipo, pero egoístamente nosotros antes que nadie.
Vamos a dejarnos de esos nuevos signos y síntomas que todos conocemos, vamos a buscar el origen de este mal y para ello, no pensemos que por cercar nuestro territorio y aislarnos de los países pobres, la situación ya la tenemos vencida. No, desgraciadamente, tenemos que combatir también y ayudar a que en esos países se erradique cualquier variante que pueda presentarse y enviemos los millones de vacunas para abastecer la situación que ya se nos está extrapolando por cualquier lugar de las fronteras de los países ricos. No seamos egoístas. África solamente se ha vacunado el 7% de la población, es decir, ellos están acostumbrados a las pandemias y al sobrante de nuestras riquezas para quitarles el hambre que es la peor pandemia que una humanidad puede tener, porque ese hambre sólo se quita con ayudas, con cultura y no dejando que explotadores miren solamente sus bolsillos, arrasen los países que se encuentran y desde Europa o EEUU quitar y poner a quienes consideren y si alguien se subleva, reprenderlos y eliminarlos. Eso es hoy, con la vacuna o con esta pandemia que nos ha llenado de cadáveres nuestros cementerios, por lo que aquello que no vemos y aquello que no se sabe, quién o quiénes ponen pie en pared para acabar con tanta desigualdad y tanto desasosiego. Estamos dejando a los países pobres que se vayan a la deriva, que su economía no prospere y que la falta de formación, preparación y trabajo, sean solo tan ínfimas que se rebelen ante tanta injusticia y nos traigan para acá esas epidemias incontroladas que con el ejemplo del ómicron ya tenemos una muestra para que nos amarguen las navidades o para ponernos en guardia y defender nuestra salud.
Qué triste es todo esto por no ser solidarios y por creernos que el ombligo del mundo está en nosotros y al final nuestra preocupación se centra en no poder celebrar cotillones, comidas de empresa, gasto desmesurado de todo aquello que se cierra en el consumo sin querer saber, que es lo peor, que en esos países pobres la gran pandemia es el hambre. Así no llegaremos a nada.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
Un artículo, cómo siempre, que pone a la realidad enfrente de todos. Una pena lo que pasa con los países pobres que para todo son los últimos en recibir lo más esencial de la vida….que es eso…vida. Estamos en un mundo globalizado y el covid también lo es, por eso es importante que seamos realistas y humanos y generosos con los más necesitados. No vale hablar…hay que actuar. A ver si lo conseguimos entre todos. Ojalá.
Siempre con los pies en la tierra. Muy buen articulo para reflexionar , la solución no está en la tercera dosis, la solución está en proporcionar lo básico a quienes no lo tienen. Gracias por este estupendo artículo.
Como siempre un gran artículo lleno de verdad, José Blas dando en la diana. Los Países ricos , ricos en parte por haber explotados los recursos de los Países pobre. Viviendo en la opulencia nunca les importo que otros Países vivieran con el hambre y la miseria, ahora Joe Bien y su homólogo Boris Johnson, anuncian que mandarán millones de vacunas para estos Países, y me preguntó generosidad o miedo a perder los privilegios del primer mundo ahora que tenemos algo en común con los desheredados de la tierra . (Un virus mortal )
No es justo que unos pocos exploten esos países pobres y le saquen todo lo mejor y luego no se preocupen de sus nativos que dan la sangre por poder vivir. Ahora nos acordamos de ellos porque el virus nos viene a cogernos pero para mandarles vacunas no somos capaces de mover un dedo. Aquí en España nos caducan y las tiramos a la basura y allí salvan vidas. Somos despreciables muchos seres humanos. Buen artículo lleno de verdades.
Los países pobres están al borde de la desesperación, mientras nosotros tenemos abundancia de todo y nos quejamos de que esos que cruzan las fronteras y se nos vienen a nuestros países, no nos damos cuenta de la grave situación y el hambre que padecen.
Es verdad como dice este autor Sr Blas Fernandez, seamos menos egoístas y enviemos vacunas para luego no vernos sorprendidos con virus y enfermedades que ya aquí no existen. Que mal repartido está todo y que poco nos queremos pues hasta muchos de los nuestros están en el umbral de la pobreza y no nos queremos dar cuenta.