La soledad se está apropiando de la longevidad

José Blas Fernández Sánchez

Es raro que cualquier medio de comunicación de nuestro país no propague la grave situación por la que atraviesan los mayores y que están envueltos en una soledad sin límites, salvo que las generaciones posteriores cambien de parecer y piensen qué es más importante, cuidar de los abuelos y de los seres queridos de larga edad o mantener a una mascota en sus casas porque son más graciosas y saltarines que un abuelo postrado en una cama o en una butaca. Según la estadística del pasado mes de abril, en España, viven solas cerca de cinco millones de personas, lo que viene a representar un 12,6% de la población residente en hogares, pero lo más importante es que cerca de tres millones tienen 60 años o más y cerca de dos millones, pasan de los 70 años. Esto es altamente preocupante porque estamos llegando a que casi un 25% de la población se sienta sola a pesar de que algunos estén acompañados, lo que pone de manifiesto que el número de mayores en auténtica soledad según el INE, va por día a paso agigantado y no tiene explicación de que estas tasas de soledad no tengan cambios en su estructura, es decir, muchas no poseen relaciones sociales y en miles de casos, cuando los familiares vienen a visitar a esos abuelos o bien se los encuentran deshidratados y mal cuidados y en muchos casos moribundos y entonces para quitárselos de encima los internan en una residencia que si tienen una pensión o un “colchón decente” que amortigüe lo económico, pasaran en ella los últimos días de su vida, sin embargo de no hacerlo por no tener esos medios, empiezan a deambular de casa en casa o de ciudad en ciudad en función de los hijos o familiares que tengan dispersos, sin contar a muchos que tienen que emigrar fuera de España pues no hay rincón donde pueden ser acogidos y aparecen en instituciones públicas donde duermen los sin techo.

Esta situación pone de manifiesto que las personas que se sienten solas y están solas experimentan un gran dolor emocional, pues pierden el sentido de interconexión y comunidad, por lo que pueden cambiar la forma en que ellos vean el mundo. Es más, esa soledad crónica les hace sentirse amenazados y desconfiados, porque no tienen actividades en grupo y la empatía con el resto de la población les hace de carácter vulnerable y emocionalmente los destruye. Distinto es que quieran vivir solos porque así lo han buscado y habitualmente su vida ha sido de vivencia solitaria y, por tanto, tienden a ser hábiles porque se mantienen conectados con su sistema de apoyo; hoy muy usual porque hay personas jóvenes que desde que salen del seno familiar se han instalado fuera de ciudades donde trabajan y viven y, lógicamente, esa soledad no es la misma y no olvidemos de quienes están enfermos y tienen que tener cuidados especiales porque su situación de salud mental y física les hace imposible tener en su vivienda familiar los medios necesarios para su cuidado, así como el tratamiento que los profesionales de los centros les aplican, pero estos casos concretamente son los que más duelen a quienes teniendo familias se ven impotentes para llevar el cuidado y la asistencia permanente del familiar mayor enfermo.

En otros casos la sociedad actual se ha convertido en una sociedad egoísta. Las familias que estaban formadas por matrimonios y echaban raíces para que varias generaciones estuviesen juntas hasta el fallecimiento de los mayores, ya eso ha desaparecido, es más, el número de matrimonios ha disminuido notablemente, se vive en pareja y no hay vinculo que les obligue a que en la tercera edad puedan seguir juntos, pues inclusive ya proceden de matrimonios divorciados muchos de ellos y es tal el desarraigo que conlleva que al final sus últimos años son en soledad absoluta y atendidos por terceros no familiares, lo que pone de manifiesto que las costumbres y valores han desaparecido, que se vive un sin sentido de proyecto de vida en muchas ocasiones y que las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas, pues de qué sirve una longevidad de cerca de 90 o 100 años cuando desde que se vive solo y sin ayuda el envejecimiento esta acompañado de la enfermedad y nadie quiere hacerse cargo del mayor. Por tanto, igual que en los enterramientos ya han cambiado la cultura por el crematorio, el mayor ha cambiado su hábitat para vivir en residencia de ancianos, donde pasará sus últimos días con más o menos atenciones de personas que no son sus familiares, pero ante el poco aprecio que muchos hijos y hermanos están practicando con quien es longevo seguro que la experiencia y el buen hacer de ese personal cualificado de las residencias les hará tener una muerte digna y mantener unas relaciones sociales con los internos que les harán recordar muchas cosas de la vida que en su soledad no las tendrían.

Desde mi tribuna admiro a esas familias que tienen que deprenderse del familiar mayor por la enfermedad incurable y por el tratamiento que en muchos casos hay que darle fuera de casa, como ocurre con la salud mental que es obligado el hacerlo por el bien del enfermo en sitios destinados al efecto, pero no comparto que existan tantos abuelos en residencias con plenas facultades y con hijos y nietos viviendo en los pisos que ellos han dejado porque éstos prefieren llevar al veterinario al gato y al perro que cuidar de quienes les dieron todo. Esa es la vida.

Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.

2 Respuestas a “La soledad se está apropiando de la longevidad”

  1. Tenemos todos los días noticias como la que usted describe en su artículo . Mayores que estorban y que «es mejor que estén atendidos y más distraidos» o eso dicen para lavar la conciencia. Es una pena la soledad que se sufre por unos mayores que lo han dado todo y que ahora no recogen lo que han sembrado. La sociedad es cada vez más inhumana, egoísta y con una falta de empatía que da miedo. Nos creemos que nunca vamos a estar en ese punto, pero todo llega. Buen artículo D. José.

  2. Desgraciadamente están perdiendo muchos valores sobre todo el reconocimiento y afecto en el ámbito familiar,.
    Me río de las sociedades avanzadas o mejor dicho me dan pena pues estamos perdiendo el espíritu de lo más querido que es la familia, hay infinidad de pueblos y culturas que desde nuestra perspectiva de país desarrollado nos creemos superiores, pero supremacia en que . Estas culturas que miramos por encima del hombro tienen lo que a nosotros nos falta que es amor y dedicación por sus mayores , pues le reconocen que después de una larga vida tienen el derecho de una vejez. placentera y a ellos le dedican todas sus atenciones, afortunadamente mis padres tuvieron todas nuestra atención y cariño hasta el final de sus días.
    Muchas gracias Don José por tan magnifico artículo.

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