Yeguas exhaustas | Bibiana Collado

Construí esta reseña a través de una petición involuntaria. A veces me planteo por qué hago esto. El tiempo, el esfuerzo y los recursos que supone construir una reseña. El cumplimiento del deber. La respuesta es obvia: por mí mismo. Los likes, el reconocimiento, las extraordinarias conversaciones que genera son meramente accesorios. Escribir sobre la lectura es parte inherente al proceso lector. Considero necesario esa autopsia aun con el texto en frío sobre la mesa de la memoria. Más allá de la relevancia que pueda alcanzar —a veces excesiva, a veces tacaña—, el compromiso es conmigo mismo. Y lo disfruto.

Pero esta vez hubo un encargo. O más o menos sucedió así.

Laura Vivar es un usuario de este barrio. Escribe (como los ángeles), fotografía y embellece con su arte este rincón.  Un extraño sortilegio hace que confluyamos en lecturas. Me preguntó: “necesito tu opinión sobre Yeguas exhaustas. No participo del generalizado respirar”. No sé lo que pretendía. Quizá que la convenciera de lo dulce en el paladar del libro. Adelanto que he disfrutado considerablemente la lectura, pero al mismo tiempo comprendo que necesitara una transfusión en su torrente sanguíneo.

Partamos de una premisa que difícilmente admite discusión: Yeguas exhaustas está escrito de forma extraordinaria. Sigamos con las evidencias: se trata de una obra indefectiblemente vinculada a un tiempo, a un lugar, a un estrato de la sociedad.

La mujer es su núcleo. El ascensor social es su membrana. El resto es literatura.

A través de un alter ego, que cuenta con ecos de la autoficción. Bibiana Collado Cabrera eleva una denuncia. La situación de la mujer en la sociedad occidental. Una mujer, que quiere y a la que se le empuja a ser libre e independiente, pero que se enfrenta con las dificultades de toda la vida. Hace muy bien la autora en identificar en su enemigo al patriarcado y no al hombre.

La construcción narrativa para esta denuncia carece de narratividad. Bibiana Collado quema las naves del nudo y el desenlace. La narración es lineal. Expone hechos, cuenta situaciones como si la autora y el lector se sentaran en una cafetería y una expusiera al otro su verdad. Esta decisión genera un vínculo innegable de proximidad y cercanía entre narradora y lector.

Por esto mismo lo he disfrutado. No soy mujer. No sufro sus desigualdades. La lectura es una forma como otra cualquiera de transformismo.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando lector y personaje confluyen en el mismo camino? Sin narrativa, la literatura entiendo que pueda convertirse en ecos, en redundancia.

Sirva esta posibilidad, para destacar el valor subjetivo de un texto. Quizá por este motivo debemos ser más responsables con nuestras opiniones. El que no nos guste una obra no ha de tener una relación directa con su calidad.

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