Un centro de mediación totalmente ineficaz

José Blás Fernández

Por Real Decreto ley 5/1979, de  26 de Enero, fue creado  el Instituto de Mediación, Arbitraje y Conciliación, el cual  por su propia naturaleza velaba para que los conflictos laborales y, en especial, los individuales entre empresa y trabajador,  tuvieran una parada en el camino tras la conflictividad  laboral y fuese sede de  una figura  para  que por su eficacia e imparcialidad, se llegasen a acuerdos para evitar el pleito  y  descargar  a los Tribunales de lo Social, que en aquél entonces, se denominaban Magistraturas de Trabajo. Este organismo autónomo y adscrito entonces al Ministerio de Trabajo,  fue desarrollado   por el Real Decreto 2756/1979, de 23 de Noviembre, donde  tenía como fin no sólo la mediación, sino el depósito de estatutos, actas de elecciones, convenios colectivos y demás acuerdos laborales.

El tiempo ha transcurrido y este  órgano autónomo fue transferido a las Consejerías de Trabajo o Empleo de las Comunidades Autónomas, donde precisamente en Andalucía se denomina CMAC (Centro de  Mediación, Arbitraje y Conciliación) y con nombres parecidos se diluyó por cada Comunidad Autónoma.

 En cuanto al cometido de registros  y de elecciones sindicales  nada hay que objetar, pues su misión burocrática está perfectamente controlada, pero sin embargo,  las conciliaciones  entre partes puedo asegurar que es un mero trámite administrativo  para obtener un acta de “con o sin avenencia” para luego trasladarla al Juzgado de lo Social. Es decir, papeleta que se presenta en ese centro en función del número  de funcionarios es más o menos ágil la citación, pero el denominado “letrado conciliador” que levanta el Acta de ese acto, ni  asesora a las partes y se limita a levantar acta de un acuerdo premeditado o bien una coletilla de la “no avenencia” y a seguir el cómputo de los plazos procesales, porque no conoce la normativa laboral y menos está especializado para ello, salvo excepciones. 

 Curiosamente, este CMAC con el COVID-19,  ha estado confinado desde el 14 de marzo al 31 de mayo, donde ni se sabía dónde presentar las papeletas de conciliación ni dónde registrar  ningún documento relativo a su competencia, en los procedimos denominados urgentes por el legislador. Es más,  mientras los procesos judiciales han sido calificados procedentemente en función de la materia, en estos centros ni se sabía  los plazos señalados cuándo se  iban a reanudar. Es curioso, cómo hasta que una nota que aparece el día 3 de Junio de la Consejería correspondiente, ni se sabía qué iba  a ocurrir con tantísimos señalamientos ya existentes y suspendidos  ni muchos menos de los que van a venir a partir de dicho día. Todo envuelto en  un entramado administrativo ineficaz y muchos centros que ni tan siquiera cuentan con una nutrida plantilla de conciliadores.

Ya es hora de modificar estos “centros” con  personas que de vedad conozcan lo que es una  mediación y una  conciliación y que acerquen a las partes con el conocimiento de esa materia y  no    funcionarios  que se limitan a levantar un acta, pero sin conocer  las raíces de lo  que se reclama en ese expediente. Se necesitan  conciliadores profesionales y conocedores de las relaciones laborales, ya que lo hoy existente en su mayoría, por mucha voluntad que se ponga no sirve para nada, pues estamos  ante letrados conciliadores  cuyo fin es  tener citadas a las partes, con los correspondientes acuses de recibo y  preguntar si  el acto es con o sin avenencia  y aquí termina todo un órgano  que podía evitar  muchísimos pleitos y mucha carga en los Juzgados y que vista su trayectoria, su recorrido y su trabajo, puedo calificarlo como un órgano ineficaz. Así, las relaciones laborales no pueden continuar y tanto como se demanda la mediación, aquí el factor humano brilla por su ausencia. Ojalá la Comunidad  Autónoma recabe información sobre estos centros, los dote de funcionarios especializados  y los haga efectivos y entonces ese centro filtrará un suficiente número de procedimientos que harán más ágil a la justicia,  como ya ocurre en el SERCLA que, al menos allí, los conflictos laborales se ven tutelados.

José Blas Fernández Sánchez.
Presidente del Consejo Andaluz de Colegios 
Oficiales de Graduados Sociales.
@Jblasfernandez

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