Sala de interrogatorio: Blanca Cabañas

La chiclanera Blanca Cabañas salta de nuevo a escena. Decir que lo hace por la puerta grande sería reducir el término a la mínima expresión. Los que conocemos un poquito a Blanca, sabemos de su ambición y de su carácter constante y metódico, por eso, nos atrevemos a decir que está dispuesta a derribar todas las puertas que se pongan por delante. 

Después de su anterior obra, “Perro que no ladra”, en la que exploraba los entresijos más ocultos de la condición humana a través de un interesante thiller localista que causó una muy buena sensación, vuelve de la mano de editorial SUMA, y lo hace con una interesante apuesta que responde al nombre de “El hambre del pelícano”, de la que ya hemos podido paladear un atractivo booktrailer. 

Vuelve Blanca Cabañas, una de los voces autorizadas del panorama literario de la provincia de Cádiz, y nosotros en “La Alternativa”, estamos encantados de recibirla en nuestra acogedora “Sala de interrogatorio”.

Más de lo que puedo controlar. Es inevitable que el autor se refleje en lo que crea, porque escribe de sí mismo, de su entorno, de experiencias, de cosas que uno mismo ha investigado o de aquello que le han contado. En los agradecimientos de esta novela digo algo similar. Cuando uno escribe, regala partes de sí mismo que se quedarán para siempre contenidas en un momento concreto de nuestra vida, ese momento en el que estábamos escribiendo. Tiempo después ya no nos reconoceremos en esas partes. Me ha pasado. He releído párrafos que yo misma he escrito y no me he encontrado en ellos, porque la Blanca que los escribió era otra, una más joven que vivía entonces otra etapa de su vida. Pero es bonito, es un álbum de recuerdos.

Por supuesto. Siento constantemente que podría estar dando más de mí en la docencia o en la escritura, pero soy de las que defiende el pensamiento aquel de «podemos con todo, pero no con todo a la vez». Así que, tengo que acudir donde se me requiere más que donde quiero. Mi novela anterior, Perro que no ladra, salió en mayo y no fue hasta julio que pude organizar la promoción. La dejé abandonada a su suerte hasta entonces, pero tenía que centrarme en un concurso de oposición que, a día de hoy, puedo decir con orgullo que superé. Ahora, me pasa un poco lo mismo, estoy trabajando en un colegio y me salen eventos, firmas, entrevistas a las que tengo que decir no, porque me es imposible acudir y me toca priorizar mi otra profesión, que es la que me sustenta. La escritura es puramente vocacional, me encanta y me ilusiona. Lo hago porque lo disfruto, aunque me reste horas de ocio y pese a que se esté convirtiendo ya en un trabajo, me compensa siempre. Pero es duro, no voy a decir lo contrario. Solo si te gusta mucho, puedes hacerlo.

Ahora soy más responsable. Podría haber aprovechado el boom y haber lanzado mi segunda novela antes. Sin embargo, los lectores llevan dos años esperando pacientemente. He tardado porque no quería publicar cualquier cosa. El borrador de El hambre del pelícano estaba escrito en el verano de 2022. Tengo hasta cuatro borradores de la novela en mi ordenador. He querido limar hasta el último cabo suelto y me he documentado muchísimo para conseguir la mejor versión de esta historia. Además, no he querido repetir receta. He cambiado la estructura, el narrador, el ritmo y he cuidado mucho los inicios y finales de cada capítulo. Es por eso que digo que soy responsable, conmigo y con el lector, por no ofrecerle lo mismo, sino lo mejor de mí. Mi editora me ha dado la enhorabuena en varias ocasiones por esta novela, así que estoy muy satisfecha y no me arrepiento en absoluto de haberme tomado mi tiempo.

El hambre del pelícano es un thriller ambientado en Sancti Petri, Chiclana, que nos abre las puertas de un mundo que aún no se ha mostrado desde el thriller. En él, vamos a conocer la historia de un matrimonio en crisis que se da una última oportunidad mudándose a Chiclana, alejándose así de la tentación del marido, pues él y sus infidelidades son el motivo de la desconfianza que los separa. Para Luz, su mujer, no es suficiente, así que contrata a una detective privada que se convierte en su sombra. Lo que nadie espera es que el cuerpo de la joven vaya a aparecer sin vida a los pies de un acantilado. Esa es la premisa con la que parte la novela. A partir de ahí, el lector va a desenredar una historia compleja en busca de la verdad de la mano del marido infiel, la detective privada y la última persona que la vio con vida. Podríamos decir que existe un cuarto personaje principal que no tiene vida ni voz, pero que va a someter a todo aquel que juegue con su poder. Se trata de una estatuilla de Melkart, la deidad a la que se le rendía culto en el desaparecido santuario de Herakleion. Esta figura de bronce se suma al conjunto que apareció en el caño de Sancti Petri a partir de 1984 y cuyo valor histórico es sumamente importante. Y hasta aquí puedo leer.

Es cierto que si somos demasiados persistentes en las redes sociales podemos convertirnos en spam para el que recibe, pero es una realidad que a día de hoy es la mejor forma de comunicar algo. Las redes son aliadas, hay que saber utilizarlas a beneficio de uno. Pero, en mi opinión, la mejor publicidad es aquella que hace el mismo lector cuando recomienda una lectura y, en ese caso, da igual lo bien que te lo montes en Instagram, lo importante es la historia que hayas contado. 

No, pero me encantaría, claro. Hace que la novela llegue a muchísimas más personas y nos coloca en el centro del huracán. A cualquier escritor le gustaría. Según me han dicho, es muy difícil que esto suceda, veremos a ver.

Totalmente de acuerdo. La vida de los libros en las librerías es muy muy corta. No tienen apenas tiempo de exposición, pues salen novedades editoriales cada semana que ocupan esa balda en la que ellos estaban. Es más complicado hacerse notar y que a uno le den la oportunidad de ser leído, por eso, si siempre ha sido importante atrapar al lector en las primeras líneas, hoy lo es aún más. 

Intento ser esquemática, pero no cumplo los esquemas ni las escaletas. Lo que sí soy es muy disciplinada y trabajadora. No abandono una historia, simplemente la dejo reposar para volver a ella más madura y con la objetividad que da haberse distanciado de ella. También es aconsejable contar con una opinión ajena, alguien que reciba los giros de guion desde fuera. Ser más metódica me ahorraría trabajo, eso seguro, pero lo he intentado y no funciono así. Vuelvo hacia atrás y reescribo muchas veces, voy cambiando la historia según me interesa. El modo de trabajo de un escritor es algo muy personal.

Para esta segunda novela lo pensé mucho, pero finalmente desistí en la idea. No tengo asesor literario ni agente. Todo lo que he conseguido lo he logrado llamando a puertas que, a veces, se abren y, a veces, no. Y me ha ocurrido que tras un no, luego se vuelve un sí. Es parte del camino. Tengo la suerte de contar con una pareja que me apoya en todo, hace las funciones de mánager, se vuelca en la promo y en el diseño gráfico. Lo que sí hago, siempre que puedo, es seguir formándome. A escribir se aprende leyendo, sí, pero también es importante recibir clases. Otra cosa nada recomendable, pero que yo hago, es implicarme en todo: desde el dossier de prensa hasta las publicaciones de Instagram. A veces, me encantaría tener un botón para apagar mi mente y desconectar, pero nadie va a cuidar y luchar por la novela como yo misma.

Uno de mis libros favoritos; El guardián invisible de Dolores Redondo y dos de mis mejores lecturas de este año, La paciente silenciosa de Alex Michaelides y El extraño verano de Tom Harvey de Mikel Santiago.

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