Marta Huelves: Escanciando novela negra

La narrativa de Marta Huelves Molina (Madrid, 1969), sabe a sidra recién escanciada: fresca, con unos matices dulces y ácidos desbordantes. A esta estudiosa, divulgadora y enamorada de la Historia, desde que se licenciara en la UNED, la narrativa le viene también de manera vocacional. 

Por eso no es de extrañar que con su primera novela Piel blanca, alma negra se alzase con el Premio de Novela Corta «Ciudad de Alcorcón» en 1986. Desde entonces y hasta ahora, más premios literarios, colaboraciones con medios digitales y diversas publicaciones en antologías de relatos con editoriales como Evohé o Penguin Random House, precedieron al que fue su gran éxito, en su primera incursión en el mundo de la novela negra de la mano de Maeva, con la publicación de La memoria del tejo en 2022 y al que ha seguido su reciente continuación El tercer lago, editado este mismo año, y que promete ser un seguro éxito como su lo ha sido su predecesora.

Me gustan los sitios alternativos, algo necesario si eres de Madrid. Esta ciudad da muchas oportunidades, pero lo normal es que te fagocite hasta hacerte invisible. Me considero una lectora compulsiva. Desde niña los libros facilitaron una salida estupenda a mi desbordada imaginación. Creo que mi necesidad de escribir es consecuencia de la lectura. Siempre quise escribir y que otros me leyeran, pero costó lo suyo. En cuanto al oficio, soy autodidacta. Prueba y error, muchas horas de estudio y muchos dolores de cabeza de los que siempre me han apoyado al leer lo que escribo. Para mí es tan natural como comer o dormir. Mi llegada al género negro fue una casualidad. Imaginé una historia con muchos ingredientes y este género me permite un mestizaje con el que me siento libre para crear. Mis dos últimas novelas están ambientadas en Asturias, por la que siento debilidad y respeto. Es el escenario perfecto para una novela policiaca.

El norte evoca frio, lluvia, niebla, bosques y montañas, con estos ingredientes ya tienes la mitad del misterio conseguida, pero el caso asturiano es especial. Asturias es una gran desconocida. Se sabe poco de su historia, tan manoseada por algunos, y ya no te digo de la mitología. Durante años me he dejado fascinar por el legado cultural de los pueblos pequeños, de la orografía y de la particular arquitectura asturiana. Creo que esta mezcla es de la que disfrutan los lectores, un crimen, un lugar hostil, pueblos pequeños alejados de las ciudades y una buena investigación policial con personajes cercanos, de ahí el interés por las novelas ambientadas en el norte.  

Me gusta pensar en una serie, pero no depende de mí. Por si acaso, ya estoy escribiendo la tercera novela. Es complicado deshacerse de Salvador Bedia y de Marina Roldán. 

Publicar con una editorial clásica es un privilegio, casi un milagro en estos tiempos. Solo tengo buenas palabras para la editorial. Tengo la suerte de trabajar con un equipo de profesionales que se toman muy en serio su trabajo y eso es una maravilla. Desde las editoras, pasando por el equipo de corrección, hasta el departamento comercial son gente a los que les apasiona el mundo del libro y de la literatura. Es muy fácil trabajar con ellos.  

Creo que es un problema de desconocimiento. Las autoras de novela negra siempre han estado ahí. Desde el principio. El problema es ese don de la invisibilidad que tenemos las escritoras. Algunos nos ven, pero miran hacia otro lado. Desde 1911, y sólo me ciño a España, con Emilia Pardo Bazán y La gota de sangre, pasando por Mercedes Rododera, 1936, Lourdes Ortiz, 1979 y, en los 80/90, Marina Mayoral, Mª Aurelia Capmany o Mª Antonia Oliver, por citar algunas y ya, en el s. XXI, además de Alicia Giménez Bartlett tenemos a Rosa Ribas, Berna González Harbour, Rosa Montero y un largo etcétera. El punto de inflexión en la actualidad lo ha dado Dolores Redondo. Como la mayoría de los adelantados a su tiempo, con la trilogía del Baztan rompió las normas y se atrevió a mezclar los ingredientes del género negro con la potencia de la tradición y la mitología. La novela negra se aleja de las grandes ciudades y aporta personajes potentes con los que todos empatizamos. De ahí el gran éxito cosechado. 

Yo vengo de la novela histórica, Mika Waltari, Robert Graves, Marguerite Yourcenar y de la tradición de los clásicos, Homero, la comedia griega y las grandes novelas de aventuras, Dickens y Verne. Me fascina el realismo mágico. Adoro a Isabel Allende. Mi interés por el género negro viene de años atrás, Lovecraft, Borges, Fred Vargas, John Verdon y por supuesto, Dolores Redondo, Eva María Sáez de Urturi y Domingo Villar. 

Lamento llevar la contraria a los puristas. Está muy bien definir los elementos básicos de un género, en el caso del género negro, un crimen, un investigador y un ambiente sórdido y oscuro. Sin embargo, el noir permite una serie de matices interesantes. Superado el detective divorciado, borracho y antisocial, la variedad es pasmosa. Desde la investigación policial y científica pura y dura a la abuelita que resuelve el asesinato de su vecina. Casos que salen de las grandes ciudades, describen lugares nuevos y desconocidos, perfiles humanos diferentes, mezclados con un poco de historia, arte, arquitectura, mitología o folclore. Sin olvidar a los maestros del género, creo que ahora las novelas son mucho más interesantes.

Más que torturadas yo creo personajes corrientes, con unas vidas corrientes. Todos mis personajes, incluidos los policías, son unos supervivientes. No me interesan los asesinos ni los delincuentes, si no las cicatrices que dejan a su paso y cómo los personajes consiguen o no superarlas. Por eso busco gente de la calle, a los que podrías identificar entre tus vecinos, individuos a los que le pasan cosas malas y buenas y que llevan consigo un lastre de dolor, como cualquiera de nosotros. 

Mi teoría y, hablo como lectora, es que permite una total evasión de la realidad. A parte del morbo que genera en algunas personas un asesinato o una víctima, puedes convertirte en investigador, seguir los movimientos de los sospechosos e incluso empatizar con el asesino, sin renunciar a la buena literatura. ¿Qué más puede se puede pedir?

Yo invito a todos a leer La memoria del tejo o El tercer lago. En estas novelas van a encontrar una ambientación y una documentación muy cuidada, van a descubrir lugares nuevos en Asturias, incluso si conocen la región, además de una historia contada a pildoritas, que mantiene el ritmo y la expectación, con personajes creíbles y cercanos que desmontan estereotipos. Naturaleza, pueblos pequeños, mitología y pinceladas de historia. Un thriller policiaco con un sello personal.  

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *