
En estos días estamos comprobando cómo los que aprueban la selectividad superan en muchos casos el 96%, lo que se traduce en mayores facilidades para los alumnos desde que el COVID-19 se asomó por la puerta, pues argumentando la pandemia y con esa excusa, desde entonces las calificaciones medias han estado fuera de la realidad y todo porque la falta de clases presenciales durante la misma ha ido marcando un lastre que hasta los propios Rectores admiten que ha existido una elevación de las notas ficticia.
La selectividad que ahora vuelve a llamarse PAU sirve para ordenar a todos los alumnos de cara a escoger las carreras más demandadas, pero al observarse una mayor concentración de notas altas, está dejando a los que verdaderamente tienen vocación para una determinada disciplina en un conjunto desproporcionado con aquellos que se encuentran en los mismos parámetros de calificaciones.
Si miramos para atrás en los años 80, podemos recordar que el porcentaje de aprobados estaba en torno al 60%, luego en los años 90, subió al 75% y en el 2000 se ha situado en el 80%. Esto significaba que eran años donde a la universidad y a la educación superior se acudía por parte de los mejores para cursar estudios universitarios, pero ya hoy, donde en algunos casos supera el 98% de aprobados, no existe parámetro objetivo que seleccione a los mejores de aquellos que no pueden llegar, cuando inclusive las materias de la selectividad hace que los estudiantes hayan podido escoger las preguntas que mejor se sabían, lo que ha sido llamado como una “ingeniería de estudios”, como algunos medios de comunicación lo han calificado.
Estamos viendo que ya ha empezado la guerra entre las distintas universidades, porque algunos prefieren que se haga por Comunidades Autónomas, pero sin embargo otros prefieren las medidas restrictivas de los años 80, porque ahí se notaba la calidad y la preparación del estudiante.
Con todo esto, hay que sacar una conclusión clara; los que obtienen mayor número de nota están bloqueando a las carreras más demandadas y luego al no poder ser ocupadas por todos, bajan a niveles inferiores y estudian materias o carreras que no les sirven para nada, porque hasta la selectividad se ha convertido en una burbuja de notas, donde los alumnos acuden si pueden a donde hay más necesidad de empleo, como ocurre con las carreras sanitarias o ingenierias y las restantes, quedan solamente para la obtención del título y ser un claro salvoconducto para cualquier oposición que se presente en el ámbito del estudiante. Es decir, se ha perdido en gran mayoría la vocación de una profesión y en el tramo de la carrera de cada uno, su única misión es aprobar la disciplina, dando igual la puntuación que se obtenga en cada asignatura y la única meta es opositar y tener en cualquier administración un hueco, porque el ejercicio libre de una profesión se está perdiendo o lo que es peor, se ha perdido. Observamos cómo muchas profesiones colegiadas están envejeciendo por día y estos que se jubilan para no volver no tienen descendientes o alumnos de quien ha ejercicio como maestro para continuar en esa vida profesional. La seguridad es el empleo público, donde no hay más meta que incluirse entre los funcionarios o empleados públicos de donde se encuentran y con el pasaporte de funcionario ya entienden que la vida ha sido solucionada. Pero, ¿quiénes van a ejercer profesiones para poder a la sociedad civil dar soluciones a sus problemas?. Pues por lo visto, se piensa que será la Inteligencia Artificial o lo que es peor, vegetar en el seno paterno hasta los 40 años, prepararse para puestos que sean de fácil acceso o vivir en la economía sumergida como muchos están. Todo esto es duro y fuerte, pues por muchos nombres que se le dé cuando la PAU cambió a la EBAU creyeron que los universitarios iban a tener empleo, pero estamos comprobando cómo hasta los propios alumnos que han sido entrevistados a la salida de sus exámenes de selectividad no tienen confianza alguna en su provenir y sólo les queda que quienes tengan vocación y talento emigrar a otros países porque ahí seguro que serán mejor valorados, pero en España hemos gastado millones en formación de universitarios para que luego se vean en una oposición que ni saben para lo que sirve, ni sirve lo que hacen.
Hoy, el mundo de las profesiones colegiadas se está cerrando por día, porque independientemente de la alta cualificación que hay que tener para ejercerlas están tan “castigadas” por impuestos, seguridad social y otros “peajes” que ha desilusionado a tantos jóvenes y a tantos padres que el mejor consejo es “haz una oposición y ahí estarás para toda la vida”, sin olvidar que esa oposición se paga con impuestos y cuando falten cotizantes tendremos que buscarnos la vida de lo que sea.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
Lo felicito José Blas, ha sido muy claro en su exposición y es cierto que la selectividad hoy es una pantomima que todo el mundo aprueba y luego ninguno sabe qué rumbo coger . Yo estudie el preuniversitario y eso sí que era duro y con exámenes de contenido. Hoy se estudia cualquier carrera sin esa vocación que ud señala, se hace para una oposición y no tener el mínimo esfuerzo. El tiempo nos dirá cuanta razón lleva y ha puesto muy claro el dedo en la llaga .
Don José,que pena me da que lleves razón en tus columnas.
Reflejas la realidad de lo que está pasando en en nuestra gran Nación que es ESPAÑAÑA.
¡¡QUE PENA!!