V. C. Cortes| WeltDeLibros
Por segunda semana consecutiva mi lectura viene dada por un autor que está vinculado al mundo de la televisión. En este caso el autor es el conocido actor Pablo Rivero. Y nuevamente esto puede crear el prejuicio de la obra para bien o para mal. Al igual que en su opera prima, el género que Pablo ha elegido para su segunda novela es la novela negra o thriller, un género en el que lo he visto bastante cómodo e ingenioso a la hora de estructurar la obra.
Valga la redundancia, el protagonista del libro es también un actor de éxito que decide aislarse por su estabilidad anímica y emocional en una apartada casa, lejos de los fotógrafos y de las miradas curiosas. Sin embargo, su remanso de paz está situada junto a una casa abandonada, que, una casa que atormentará las apacibles noches del actor.
El ambiente que crea el autor en esta parte de la obra es bastante cargado y perturbador, ruidos en mitad de la noche, ratas muertas en la terraza, golpes en ventanas desvencijadas y ojos que observan la vida del protagonista, Jon. Esta parte toma un carácter propio de un thriller psicológico, ya que el protagonista, se verá asediado por sucesos puntuales pero desconcertantes, en un ambiente de aislamiento casi total, y que puede crear ideas o imaginaciones en una persona que distan del carácter habitual que la caracterizan. Y es que el miedo saca a veces lo mejor pero también lo peor de nosotros, el miedo nos hace ser irresponsables, pero ¿Cómo puede influí el miedo en un actor que ha interpretado durante muchos años el rol de asesino?
Hasta aquí la obra tiene una prosa sencilla, ágil y embriagadora que facilitan su lectura, y además pone en la disyuntiva al lector de empatizar con el protagonista, para bien y para mal, una vez más. Todo se enreversa cuando personajes que habían sido secundarios empiezan a tomarán una mayor relevancia en la historia, y he aquí que el lector una vez más se ve en el dilema de determinar quién es quién en esta historia, y que parte de la psique de los personajes es la que domina su carácter.
Y es que, se podría decir que todos y todas, en nuestro día a día, somos actores de nuestras propias vidas. Y si hablamos de un actor profesional como es nuestro protagonista ¿Qué parte domina a cuál?, ¿actor o persona? Eso lo plasmará a la perfección Pablo. Siendo esto uno de los puntos más desconcertantes para el lector, y no es otra cosa que darse cuenta que, en una realidad simulada como es la trama de este libro, ¿Qué seríamos nosotros? ¿actores o espectadores?, y la respuesta nos podría poner en una situación peliaguda.
Conforme avanzamos al final de la obra, iremos viendo como cada personaje va ocupando su verdadera posición en la historia, una suerte de quien es quien, pero con los personajes de esta obra.
Destacar, que, siendo una trama a priori sencilla, despierta en el lector un encuentro con la psicología y como nuestras mentes reaccionan ante estímulos que nos ponen en situaciones límite, como es el caso del protagonista. Además, valorar que Pablo haya tenido el carácter suficiente y la tenacidad para plasmarlo, de usar un personaje que bien podría vincularse a su faceta de actor. Y aun así le haya quedado una historia adictiva, inquietante, angustiosa y con un final que por supuesto no deja
indiferente.
Y es que, como dijo un famoso hechicero, ahí afuera hay tanta luz como oscuridad, no lo olvidemos nunca. Y esto bien podríamos aplicarlo a nuestros más profundos pensamientos.