No cabe duda que los Sindicatos españoles se encuentran inmersos en una grave crisis y falta de credibilidad por esta sociedad civil del coronavirus. No quiere decir con ello que la pandemia los haya anestesiado, pues desde la reforma laboral del 2012 ya se encontraban en una encrucijada llena de faltas de iniciativa y de proyectos modernos a la realidad social, lo cual ni tenía precedentes y los estaba situando en un segundo plano.
La opinión de los españoles no es buena ni acertada sobre el movimiento sindical, pues los vaivenes y las luchas entre ellos por hurtarse unos a otros delegados para hacer números y tener cotas de representación, deja patente que el mundo de las relaciones laborales no es precisamente el escenario óptimo para estas centrales sindicales, ya sean mayoritarias o minoritarias y más con los escándalos habidos por la financiación opaca que muchos han tenido y las actuaciones abiertas en favor de determinados partidos políticos como la llevada a cabo en favor de la secesión de Cataluña y no digamos de los ERES de Andalucía o esas tarjetas black de muchos de ellos que han hecho que se cargasen su credibilidad y así sus estructuras fueran prácticamente derrumbadas y cayeran sin poder respirar en su supervivencia, pues el caso de la PSV, donde UGT en diciembre de 1993 había impulsado una empresa denominada “Promoción Social de Viviendas” (PSV) para promover la construcción de miles de viviendas a bajo precio para trabajadores, las cuales se edificaban en solares cedidos sin ser de su propiedad, destapó tal número de irregularidades en la gestión que el propio Nicolás Redondo hizo que se apartara y renunciara a su liderazgo. Esta situación ya es antigua, pero la intervención de los Tribunales de Justicia lo calificó como de corrupción.
Estas circunstancias hacen que estemos ante una falta total de interés por la acción sindical, pues aunque los sindicatos están fuertes en el sector público, no se dan cuenta que el enfrentamiento y las contiendas entre ellos con el empresariado español no conducen a nada y si este enfrentamiento es con el empresariado deben saber que no están ante grandes terratenientes, sino que se trata de pequeñas y medianas empresas que muchas de ellas no tienen salida económica para el cumplimiento de sus obligaciones laborales. Es verdad que la reforma laboral del 2012 les ha limitado muchas intervenciones en la negociación de los convenios colectivos, lo que ha hecho que los trabajadores se vean prácticamente avocados a luchar por sí solos, porque en estos sindicatos no vieron más que el conseguir un puesto de Delegado Sindical para tener la prebenda de no poder ser despedidos y disfrutar de muchas horas sindicales que en una gran mayoría no conocen ni su puesto de trabajo.
Sin embargo, mi opinión por la experiencia que al respecto tengo, es que los sindicatos son piezas clave en los modernos sistemas democráticos. Deben tener un papel como mediador social imprescindible, pues aun cuando la crisis actual también les afecta a ellos, porque son atacados por los poderes económicos y por la política de recortes sociales, su labor tiene que ser defendida, pues un número muy elevado de los sindicalistas actuales entregan todo su esfuerzo en favor del resto de las plantillas de las empresas, ya que aun cuando algunos manifiesten que no tienen futuro, estoy convencido que estamos ante una etapa histórica de reciclaje absoluto para que sepan sentarse en las mesas de negociación, promover una paz social y reivindicar aquello que es reivindicable, pero huelgas sin sentido donde perjudican a millones de trabajadores de otras empresas y donde creen que la lucha sindical es el cortar carreteras y formar barricadas, tiene un coste a la larga, donde la empatía no existe y donde el sentido común es el que debe hacerles comprender que las negociaciones deben ser ilimitadas, pero no bruscas ni arbitrarias y esa factura se la pasan miles de españoles.
Conozco a muchísimos sindicalistas que han entregado hasta su vida por la lucha y defensa de los intereses sociales. De eso no tengo duda y, por supuesto, han conseguido logros que con la persuasión, el saber estar y el saber negociar que es lo más importante, han hecho posible que muchos puestos de trabajo se salvaran por el bien de los trabajadores, pero deben comprender las limitaciones que existen en los momentos actuales y la comprensión para saber negociar y vivir las necesidades de las empresas no todos lo hacen, porque negociar un convenio, dentro de la libertad sindical que debe ser sagrada, no es siempre la ruleta de las tablas salariales. Por eso, los veteranos sindicalistas siempre llevaban a gala que con mano izquierda y buen talante, las negociaciones cumplían el papel de conseguir lo que era más importante para el interés general de la plantilla y no como algunos, que negocian su interés propio y el de sus puestos de trabajo para cuando dejen de estar liberados se encuentren cómodos en lo que para ellos consideran. Eso no es sindicalismo. Eso se llama oportunismo sindical sin reflexión.
En definitiva, el respeto por los sindicatos hay que volver a tenerlo, como también por la patronal, pero desgraciadamente, ser sindicalista no es ir detrás de una pancarta, es entregarse a centenares de horas de estudio y negociación para que no ocurra lo que hoy está sucediendo, donde los sindicatos no pasan por su mejor momento. Mis respetos y apoyo como profesional del Derecho lo tienen, pero sería bueno que no busquen una carrera política y vivir de la política como hacen algunos, previo paso por una central sindical.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
D. José todo el artículo acertadisimo, pero el último párrafo es si se me permite la expresión «el evangelio». Enhorabuena
Los sindicatos tienen mucha culpa de la situación económica de España, han ido a lo suyo y se han lucrado y emborrachados de su poder sindical y hoy nadie cree en ellos. Es verdad que muchos se meten a sindicalistas para escalar luego en la política, ejemplo dirigentes del PSOE a través de la UGT. El clientelismo sindical les han hecho mucho daño colocando a los suyos y siendo artífices en muchas corruptelas. Buen artículo como siempre de este Sr Blas .
José Blas comparto totalmente el contenido del artículo pero creo que para que los sindicatos vuelvan a contar con el respeto de los ciudadanos deben desaparecer y volver a ser creados. Debe desaparecer la cúpula de cada uno de ellos, sobre todo de los principales. Son unos interesados en sus propios intereses como bien dice usted. Total que con partidos políticos venidos a menos y no creo que se recupere el lugar que tuvieron antaño. Es un artículo valiente y atrevido como es su línea. Enhorabuena.
Los sindicatos deberían pagarse ellos las huelgas y veríamos como la cosa variaba. LOs sindicatos de hoy, están formados por una mancha de ineptos y de flojos, que solo quitando unos pocos, están por no dar ni golpe y liberarse de sus funciones como trabajadores. Y de las Administraciones ni hablemos, en Diputación de Cadiz, son todos cómplices de muchas irregularidades para colocar amigotes, al igual que en el Ayuntamiento de Cadiz y de toda España.