Desde el inicio oficial de la pandemia en España, el Gobierno declaró pese a tener muchos errores que luego hubo que corregir, las actividades esenciales y no esenciales. Estas últimas son las que se han podido acoger a los ERTES y pese a no tener ni aire para respirar, al menos, han podido estar sus trabajadores en desempleo, disfrutar de exoneraciones en las cuotas de seguridad social y alguna que otra subvención que ello ha hecho que todavía puedan estar percibiendo desempleo más de 750.000 trabajadores, ya que el resto hemos visto cómo aumentan la bolsa del paro.
Sin embargo, desde el primer momento se crearon una serie de actividades esenciales que para mantener su actividad ni han podido bonificarse de nada y hasta el momento han podido subsistir con mejor o peor situación, pero que ya por la vía directa del ERE o despidos están desapareciendo en combate.
Ha sido fácil, en algunos casos, incluir a estas actividades esenciales en un listado que no obedece a la realidad, pues muchas de ellas, aunque puedan abrir y desarrollar su actividad comercial nadie les ha comprado nada o las bajadas de ventas han sido desorbitadas, pero con el tiempo estas empresas o actividades están desapareciendo diariamente sin que nadie les diga “por ahí te pudras”, pues mientras las esenciales han estado abiertas, nadie podrá dudar de que las ventas han sido minoritarias; podíamos poner miles de ejemplos, pues hasta el propio combustible que se vende en las gasolineras ha sufrido bajadas en sus ventas de más del 80%, o por ejemplo quién puede negar que los profesionales del derecho, los médicos, las ópticas no han tenido una merma de más del 50%, o los propios medios de comunicación, donde la prensa escrita ha tenido una pérdida que nadie podrá calcular y si nos vamos a los supermercados o centros de alimentación, quién no puede afirmar que el confinamiento de las personas también ha hecho una sensible herida en sus ventas, o, por ejemplo, curiosamente, las propias peluquerías o las tintorerías, pues que les pregunten qué número de facturación han podido hacer a quienes estaban confinados y no salían de sus casas. Es decir, un largo etcétera que ha mermado sus ventas y su actividad, sin que les apoyase ninguna administración, pues las cantidades irrisorias que se han dado a algunos autónomos han sido tan deficientes que ni para pagar la cuota de seguridad social han tenido suficiente. Sin embargo, quienes han sido esenciales y han trabajado al 50% como máximo son las administraciones, porque entre las citas previas, las llamadas telefónicas sin respuesta y negociados cerrados a cal y canto donde su excusa y gestión ha sido el teletrabajo, podemos concluir que aún en muchas de ellas ni se les espera, pero ellos sí han cobrado sus salarios a final de mes, porque para eso son funcionarios y no olvidemos que sus sueldos los pagamos el resto de contribuyentes, pues al igual que hay excepciones de administraciones y funcionarios como en la sanidad, fuerzas del orden, protección civil y cuerpos militares, otros aún no han vuelto a pisar su puesto de trabajo que mantenían antes de la pandemia y si se pregunta por ellos, siempre están en teletrabajo y no olvidemos lo vergonzoso de los diez días de trabajo en los juzgados y tribunales del mes de agosto pasado, los cuales ni han servido para nada, ni se han celebrado juicios y encima existen señalamientos, como ocurre en la jurisdicción social, para dentro de tres años. Pero sin embargo, los profesionales del Derecho estuvimos el mes de agosto sin vacaciones y contestando resoluciones porque a nosotros los plazos no se nos perdonan.
En definitiva, ojalá la pandemia desaparezca pronto y el mundo del trabajo y comercial puedan recuperar su economía, pero la discriminación que ha existido entre actividades que han estado abiertas y sacando adelante sus plantillas sin poder pasarlas por ninguna subvención, nada tiene que ver con las que han sido definidas no esenciales, donde en muchos casos no solo ha existido ayudas estatales y exoneraciones, sino abusos como hoy que al cabo de un año, se está comprobando por los cuerpos de vigilancia de la inspección en general. Así vemos y observamos la situación ruinosa que tiene España. Se ha legislado improvisamente, a destajo y sin sentido. Todo ha sido aceleración y descargar competencias sobre terceros como han hecho con las Comunidades Autónomas, pero el sentido común no ha imperado y hoy comprobamos cómo unas más que otras, las empresas se hunden y en especial, las pymes y si queremos agregarle esencial, se van a ir al cementerio con el marchamo de “empresa esencial hundida”.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
Como siempre el señor D. José Blas Fernández realizando una fotografía de la realidad que nos ha tocado vivir veraz, coherente y que describe perfectamente el actual panorama empresarial y social, haciendo un especial llamamamiento de las gran olvidadas de esta pandemia, las actividades esenciales.
El artículo totalmente te recomendable.
Totalmente de acuerdo, se ha legislado sin saber las actividades reales de las empresas, pues mientras muchas han sido subvencionadas y les han concedido Ertes a otras injustamente no han tenido derecho a nada y las han hundido. !! Que desastre de gobierno central !!!
Muy bien relatado, pues esto de unos sí y otros no , ha sido injusto. Las empresas y actividades esenciales, han pagado el pato con este calificativo, pues han tenido que abrir y muchas por eso de mantener las plantillas y pagar los servicios que tienen, se han arruinado, pues en miles de casos cerraban los no esenciales y los esenciales por abrir no podían servir a sus minoristas. Ha sido todo un descalabro de desigualdades. Desde luego hundidas es el calificativo mas propio para muchas de estas mal llamadas esenciales. Gobierno nulo por todos los lados. Y las no esenciales se han beneficiado de que los trabajadores estén en los Estes y no pagaran seguros sociales, de auténtica caradura, pues han metido en los Estes hasta familiares que no estaban en plantilla.
Muy buen artículo. Nadie se acuerda de las actividades esenciales y no están nada bien la mayoría de ellas. Condenadas a abrir todos los días y en los peores momentos de la pandemia y sin ayuda por parte del Gobierno. Un Gobierno loco e incompetente que acabará con España y que toma decisiones imposibles de poner en marcha sin provocar mayores problemas. Llevamos un año de decisiones que sólo traen precariedad.
Muy bien resumido, no hay más que añadir,
Esta crisis necesita medidas alternativas e imaginativas, pero los políticos están a lo suyo…