En España, el 80% aproximadamente de las pymes y micropymes están sobre los pilares de la empresa familiar. Es decir, nos encontramos ante emprendedores jóvenes, veteranos, profesiones liberales, autónomos y un largo etcétera de empresas que están sustentadas por la familia y por trabajadores que su relación también es altamente familiar. Este ha sido el sustento de las empresas españolas donde desde hace más de 4 décadas vienen entregándose a diario para poder soportar un ingreso digno y poder abonar salarios a muchos empleados que a su vez sustentan a familias y colaboradores. Este modelo de empleador, donde hoy día están basado sus ingresos en el consumo y servicios a terceros son los que sin fecha ni horario se han entregado en cuerpo y alma para sacar una familia adelante y para jubilarse la gran mayoría de ellos con pensiones más bajas que la de sus propios empleados, pues mientras ellos tenían que ajustar sus gastos e ingresos para poder pagar la cuota de autónomo y la de sus colaboradores, a los empleados los regían convenios colectivos que a la larga eran más altas sus cotizaciones que la de sus empleadores y religiosa y puntualmente tenían que pagar las cuotas de estos a la Seguridad Social.
Podíamos extendernos en quien es esta masa familiar y qué es lo que al final de su vida laboral se llevan consigo. Es decir, pago a proveedores, Seguridad Social, impuestos, servicios, alquileres, modernización de los sistemas informáticos, adaptación a las nuevas tecnologías y un sinfín de aconteceres que han hecho de ellos la obligación de reciclarse en función de los tiempos, pero abaratando sus precios y honorarios en función de la competencia, que por cierto hoy es durísima. Es decir, un permanente equilibrio de madrugar todos los días para ser competitivos y baratos para que luego una crisis como la del 2012 o una pandemia como la actual los dejen sin un resquicio de proyección y los empobrezcan de una manera injusta hasta llenarlos de deudas y no poder afrontar ni el pago de una pensión digna, ya que muchos han sido condenados, tras una dura vida laboral y con una edad avanzada a vender su patrimonio y estar a la espera de la concesión de una pensión no contributiva.
Estos empleadores o pequeños empresarios ya están en la puerta de la ruina, porque el apoyo externo no les ha llegado y lo poco que han podido percibir en estos momentos de pandemia ha sido descansar en unos cortos ERTES y sin saber si la prorroga que hoy se discute les llegará a algunos, porque para el Gobierno central, el concepto de empresa es aquella que tiene en plantilla de más de 25 trabajadores, pues estas patronales, de venirse a la ruina su empleador, la conflictividad social que en estos empleos se desarrolla, desestabiliza muchos parangones del Gobierno y tienen que buscar soluciones a esas macroempresas para no sufrir ningún desgaste, pero la peluquería que cierra, el comercio que cierra la baraja, el bar que no entra el consumidor, el profesional que no puede asesorar o trabajar para terceros por falta de estos o un simple comerciante de cualquier actividad, tienen que morir económicamente en silencio porque para ellos no han existido más que obligaciones y pagar puntualmente. Este panorama ya está junto al coronavirus paseándose por nuestras calles. Estos no tienen los mismos derechos que otros a tener seguridad en su empleo, por tanto, los hijos y nietos de estas empresas familiares no quieren trabajar en esa sorpresa e inquietud que vivieron sus padres y abuelos; quieren oposiciones, quieren vivir de la administración y quieren tener la misma seguridad que éstos, pues la verdad que en muchos casos sus salarios no son altos, pero son seguros. Por todo, los políticos actuales deben centrarse en llevar a cabo una auditoria de los proyectos que España necesita, un concepto claro de lo que es la empresa privada y un esfuerzo más que económico para salvar a la empresa familiar, pues desde luego no pasar por ahí, la economía española no levanta la cabeza durante muchos años.
En resumen, el político no puede seguir viviendo de la política y dándole la espalda a la realidad; tiene que prescindir de esos “asesores” de pacotilla que solo los tienen para cobrar y servirse de auténticos profesionales de cada materia para que los proyectos de Estado salgan con sentido común y no en función de los votos y del color político del que gobierna, estando hoy la economía española y, no digamos las deudas del Estado, en un trance tan delicado que de no tomarse las verdaderas medidas de despegue, los servicios sociales de las administraciones, los de la Iglesia y la precariedad serán quienes hagan subsistir a tantísimas personas como hoy han entrada en un túnel sin salid.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
Presidente del Consejo Andaluz de Colegios
Oficiales de Graduados Sociales.