«El movimiento histórico de los Comuneros no tiene la justa y merecida consideración»
Comprometido con su tierra, como lo estaba su padre, a quien le prometió en su día que escribiría esta novela, Félix Buisán (Palencia, 1957) se ha propuesto dar a conocer de una forma cercana y amena lo que significó el proceso histórico de las Comunidades de Castilla, un hecho trascendental en nuestra historia, pero sorprendentemente poco conocido. Historia de un soldado comunero es el resultado de años de investigación y documentación y ofrece al lector una mirada a aquella época convulsa desde los ojos de la gente de a pie.
¿Cómo surgió la idea de escribir una historia sobre los comuneros?
Charlando con mi padre (ya fallecido) hace ya más de treinta años, hablamos sobre escribir algo sobre la guerra de las Comunidades de Castilla, un episodio importante de la historia de España muy poco conocido. Entonces, yo le prometí que algún día haría una novela sobre ese escenario histórico y que los protagonistas serían gente del pueblo, anónima y sencilla. Y, padre querido, así lo he hecho: he escrito una historia de guerra, amor, valentía y esperanza en la España de Carlos I.
¿Y qué piensa un castellano sobre el tratamiento que se le da (o más bien la omisión del mismo) a este hecho histórico en los medios?
Una vez más, poco hemos querido aprender de la historia, de cuanto fuimos y de cuanto aún tenemos. Creo que los castellanoleoneses hemos caído en la simplicidad y en el desaliento, por lo que este hecho histórico singular también ha quedado, salvo excepciones, en el ostracismo de los medios de comunicación. Desde estas tierras, ese movimiento histórico parece no tener la justa y merecida consideración. Celebramos cada 23 de abril una fiesta que pocos o muy pocos entienden con orgullo, porque celebramos una derrota.
El movimiento comunero fue tal vez la primera revuelta con pretensiones de unir voluntades y de ejercer una forma primaria de democracia, pero, sin duda, lo que más debiera hacernos caer en la cuenta es el concepto que se tenía entonces de España y de cómo Castilla encendió la llama de la unidad a través de un generalizado descontento. Muchas ciudades decidieron entrar en Comunidad después de saber cómo resistió Segovia a las tropas del emperador Carlos y de cómo se quemó Medina del Campo en venganza. Tal escarmiento, al parecer, terminó dando resultado, pues hoy, lejos de despertar en nosotros, herederos de aquellos castellanos comuneros, un orgullo agridulce, denostamos e ignoramos cuanto sucedió en aquel tiempo y en aquellas campas de Castilla.
Al final cumpliste la promesa que le hiciste a tu padre en su día sobre escribir esta historia, ¿qué crees que habría opinado él sobre Historia de un soldado comunero?
Estoy convencido de que se sentiría muy orgulloso. Él era castellano de pura cepa, periodista, escritor, de Palencia, comprometido con su tierra, en su lenguaje y en su actitud. Creo que me hubiera dicho algo así: «Hijo, sobresaliente. La leeré cada vez que te eche de menos a ti o a mi tierra».
¿Qué te resultaría más fácil, abandonar la medicina para dedicarte a escribir o hacerlo con la literatura para dedicarte plenamente a tu labor como anestesista?
Llevo años compaginando ambos oficios: el de la escritura y el de la anestesia. Supongo que no sería yo si abandonara el uno por el otro.
¿Qué tal acogida le está dispensando el público a Historia de un soldado comunero?
Fantástica. Jamás pensé que tante gente me diría que le ha encantado mi novela. Incluso hay personas que me han comentado que debería recomendarse su lectura en colegios e institutos (al menos en Castilla y León). En fin, estoy contentísimo.
¿En el futuro planeas seguir escribiendo novela histórica? ¿Y seguirás apostando por los personajes anónimos o te gustaría contar la historia a través de una mirada célebre?
Mi futuro como escritor de novelas históricas depende de muchos factores que, incluso, no dependen de mí. Si siguiera escribiendo ficción histórica, me gustaría hacerlo desde el punto de vista de la gente llana, anónima, y escribir en primera persona. Esto me resulta más sencillo para profundizar en las emociones y sentimientos de los personajes, especialmente del protagonista. ¿Novela histórica o de otro género? No lo sé. Si tengo una buena historia que contar, la contaré. Me da igual si está basada en hechos pretéritos o contemporáneos.
La portada de Historia de un soldado comunero es muy minimalista, pero, a la vez, muy visual y creo que llama mucho la atención. ¿Eres de esos escritores que le dan mucha importancia a la portada?
Absolutamente. La portada de la novela me la realizó un portadista. Es el primer contacto que tenemos con los lectores y de ahí la importancia de un diseño profesional. Quería algo diferente a lo que estamos acostumbrados en el diseño de cubiertas de novelas históricas (espadas, banderas, castillos, princesas a caballo, mujeres de espalda, etc.) obtenidas de bancos de imágenes, en consonancia con la tendencia actual del mercado. La cubierta de la novela seduce a primera vista con una imagen estética y esquemática de la cara de un soldado antiguo de hace 500 años, e incluso el color (un rojo carmesí, que no morado) hace referencia al pendón que utilizaron los comuneros en la guerra de las Comunidades de Castilla.
¿Qué significaría para ti que tu libro fuera, por ejemplo, designado de lectura obligatoria en la enseñanza castellanoleonesa, o incluso nacional?
Como he comentado previamente, varias personas me han reflejado su opinión a ese respecto, en el sentido de que podría ser una obra que se leyera en colegios e institutos. Para mí sería una gran satisfacción, lógicamente. Sería fantástico que un episodio tan importante de la historia de España, y tan desconocido, fuera estudiado en una novela histórica como Historia de un soldado comunero, que, además de formar, entretuviera y emocionara a los escolares.