Almudena Fuentes
- ¿Quién es Wayne Jamison?
Un periodista roteño al que le encanta contar historias. Durante muchos años lo he hecho básicamente en los diferentes periódicos en los que he trabajado y ahora escribiendo libros sobre las historias que me apetecen.
- ¿Dónde te formaste?
Completé la carrera de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Luego Filología en la de Burgos y ahora estoy a punto de terminar Historia, también en la de Burgos.
- ¿Cómo empezaste a escribir?
Con 18 empecé a escribir en el diario ABC de Madrid. Era corresponsal en el distrito de Vallecas, y, claro, eso me dio mucho juego. Luego pasé un par de años en la sección de Deportes. Después vinieron Diari de Tarragona, La Gaceta de Salamanca, La Voz (cuando contaba con edición en Jerez), el diario Sur de Málaga…


- ¿Cuáles son tus libros de cabecera?
Madame Bovary por encima de todos. No sé cuántas veces lo habré leído. Y luego prefiero decir que tengo autores de cabecera, aunque son muchos, cada vez más: Felipe Benítez Reyes, Juan Bonilla, Almudena Grandes, García Hortelano, Mateo Diez, Quevedo…
- Has colaborado en diferentes radios, televisiones y revistas ¿Qué es lo mejor de ser comunicador? ¿Y lo peor?
Contar historias. Como he dicho antes, es mi pasión. Y disfruto mucho el proceso de investigación. Lo peor, cuando tienes que hacerlo atado a unas obligaciones, a las limitaciones propias de un medio de comunicación. Y no me refiero solo a los intereses que estos puedan tener, sino también a las limitaciones de tiempo, por ejemplo. Tener que escribir sobre algo en un plazo. O sobre un tema que no me interesa lo más mínimo. O no sé cuántos artículos en un día. Esa presión creo que va en contra de la propia esencia del oficio.
- En plena Sociedad de la Información ¿Cómo ves el mundo del periodismo actualmente?
No puedo ser optimista, aunque creo que aún hay maneras de informarse bien. Cada vez cuesta más, pero se puede si de verdad se quiere. Otra cuestión es que nos resulte más cómodo tragarnos lo que nos ofrecen sin filtro, consumir solo lo que reafirma lo que pensamos. Cada vez cuesta más distinguir entre información y opinión. Cada vez hay más trincheras. Todo es blanco o negro, no hay grises. Y estás conmigo o en mi contra. Esa polarización, desgraciadamente, ha calado en el alma de un periodismo que cada vez tiene menos de periodismo.
- ¿Qué opinas de las “Fake News”? ¿Cómo podemos detectarlas además de utilizar programas como “InVID?
Cada vez es más fácil manipular. Ya no se trata de informar, sino de eso, de ganar, de imponer, de derribar al otro. Y detectar las fake news es cada vez más difícil. Requiere un esfuerzo que la mayoría no está dispuesta a hacer. Es más fácil, y satisfactorio, compartir un enlace o un meme por whatsapp sin comprobar su veracidad y sin importar el daño que pueda ocasionar. Es terrible. Da vértigo.
- ¿Qué es lo que te atrapa a nivel histórico de la Segunda Guerra mundial para haber escrito varios libros que se desarrollan en esa época?
Además de que me parece una época fascinante, que transformó el mundo y sentó las bases de lo que somos hoy en día, me permite asomarme al abismo, colocarme frente al espejo. La Segunda Guerra Mundial aglutina muchos de los grandes dilemas humanos, más allá de los que tienen que ver directamente con el bien y el mal. Me pregunto constantemente qué haría yo, o que hubiese hecho yo, en tal situación. Por ejemplo, si me hubiese tocado vivir en la Alemania de los años 30. Cómo habría actuado. O si fuese prisionero en un campo de concentración, donde el objetivo se limita prácticamente solo a la supervivencia, y me ofreciesen ser Kapo, como se lo ofrecieron, por ejemplo, a un deportado de Villamartín. No es un ejercicio fácil. La sinceridad puede devolvernos a veces una imagen nada amable de nosotros mismos cuando nos colocamos frente a ese espejo. Al final se trata también de no ver ni interpretar la historia con los ojos y la mentalidad del presente.
- Háblanos de tu novela “La sombra del Führer” en la que presentas documentación sobre la posibilidad de que Hitler no se suicidara en el búnker de la Cancillería de Berlín.
Fue un ejercicio divertidísimo. Imagina lo que es coger a personajes como Hitler, Himmler o Goebbels y que hagan y digan lo que quieras. Lo que hice fue jugar con lo que podría haber pasado si Hitler no se hubiese suicidado en la Cancillería de Berlín el 30 de abril de 1945, como nos cuenta la versión oficial, y se hubiese refugiado en la Patagonia argentina con otros jerarcas nazis. Ojo, no sostengo que fuese así, porque no lo sé. Lo que sí sé es que fue ‘técnicamente’ posible. La novela, de hecho, va aportando los argumentos que sostienen que pudo serlo, basados en documentos e informes oficiales. Ya te digo, fue de lo más divertido. También porque buena parte de la trama se desarrolla en esta provincia, sobre todo en la Playa de los Alemanes.
- Con “Esvásticas en el Sur” fuiste Premio Círculo Rojo 2019 al mejor libro de investigación, y dirigiste un documental de éste el cual quedó finalista en el Festival de Cine de Zaragoza, trata sobre espionaje en Cádiz ¿Qué aptitudes debe tener un buen espía?
Uf, me cuesta responder a eso, porque no me considero un experto en espionaje. Sí es verdad que muchas de las historias sobre las que he escrito están protagonizadas por espías, pero porque buena parte de mis investigaciones tienen dos elementos en común: Segunda Guerra Mundial y provincia de Cádiz. Con el propósito de demostrar que lo que sucedió en esta zona aquellos años fue mucho más importante de lo que muchos creen. Determinante, incluso, me atrevería a decir, porque a poco que se hubiera llevado a cabo la programada invasión de Gibraltar por parte de los alemanes, con ayuda española o no, el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial hubiese sido muy distinto. Y quién sabe si hoy en día estaríamos hablando alemán. Ambos bandos sabían que lo que había aquí en juego era determinante. Controlarlo era fundamental. Hitler llegó a reconocer poco antes de morir que uno de sus grandes errores fue precisamente no haber llevado a cabo esa invasión de Gibraltar. Himmler también. Hasta Göring en las entrevistas previas a los Juicios de Nuremberg. Y, claro, todo eso hizo que la zona se convirtiese en nido se espías y saboteadores, así como en escenario de numerosas operaciones especiales, en muchos casos de gran calado. Llegaron a operar agentes de hasta siete países diferentes a la vez. Por aquí estuvieron Ian Fleming, Lionel Crabb, Kim Philby, Wilhelm Canaris, Junio Valerio Borghese… Lo más granado del espionaje del siglo XX, sin duda. Y los hubo de todo tipo. Los hubo también que se movían solo por intereses económicos. Incluso personas normales, españoles, que se convirtieron en informantes ocasionales porque según qué información se pagaba muy bien. Traficar con ella se convirtió para algunos en un negocio muy rentable, o en una manera de llegar a final de mes con mayor holgura en aquella España en banco y negro en la que se pasaba mucha hambre. El contexto tan peculiar que fue España en aquel conflicto y, sobre todo, Gibraltar y su área de influencia, dieron para que coincidiesen espías de muy diferentes tipos, con motivaciones, características y objetivos también muy distintos.
- “Doctor Pirata” es la historia de Frits Knipa, ¿nos podría hacer una breve descripción que nos ayude a conocer a este personaje que existió realmente?
Fue un hombre que llegó a Chipiona en el verano de 1946 para dirigir el sanatorio marítimo de Santa Clara. Decía ser médico de origen vasco y llamarse Luis Gurruchaga. Pero ni era vasco ni se llamaba Luis Gurruchaga, y mucho menos era médico, aunque ejerció la medicina. Escondía un pasado. La leyenda chipionera decía que había pertenecido a la SS, que había ejercido en campos de concentración, que era alemán y que se llamaba Friedrich Von Freienfels. Pero tampoco. Era holandés, se llamaba Frits Knipa y había siso agente de la Gestapo. Como tal, de hecho, llegó a Madrid en 1943. Usó al menos 12 identidades diferentes a lo largo de su vida. Se dedicó a eso, a adoptar identidades, construir pasados y vivir en función de ellos, siempre en base a los intereses que tuviese en cada momento. Porque creo que tocó todos los palos imaginables de la delincuencia. Pero, claro, averiguar todo eso me costó tres años de investigación. Y aún me siguen llegando informaciones de vez en cuando. Es un personaje fascinante, que no deja de sorprender. Su historia es increíble se mire como se mire. Simboliza como pocos la naturaleza dual del ser humano, porque también hizo cosas muy buenas, como salvar vidas en la explosión del polvorín de Cádiz o curar a personas sin recursos sin pedir nada a cambio.
- “La Nueve” fue el nombre asignado a la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada de la Francia Libre, estaba formada casi íntegramente por unos 150 republicanos españoles bajo el mando francés que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, “El Poeta que liberó París trata sobre un jerezano llamado Manuel Lozano que luchó en “La Nueve”, ¿qué hay de verdad en esta historia de Manuel Lozano?
También es totalmente real. Es la que está recogida en este caso en mi novela ‘El poeta que libero París’. Es la historia de un jerezano que formo parte de La Nueve, que fue la compañía que lideró la liberación de París en agosto de 1944, convencido como sus compañeros de que después cumplirían la promesa de ayudarles a recuperar España. Porque para ellos la Guerra Civil no termino en 1939. En este caso, Manuel Lozano fue de los pocos que participo en toda la ‘aventura’ de La Nueve: desembarco en Normandía, liberación de París, liberación de Estrasburgo y toma del Nido del Águila de Hitler. Pero después vino la decepción, el olvido, la necesidad de reinventarse y empezar de cero una vida en París… Y un final… Bueno, eso mejor para quien quiera leer la novela. Una novela, eso sí, basada totalmente en hechos reales. Es más bien una crónica novelada.
- “Los gaditanos en campos Nazis” es la historia de 87 gaditanos y una mujer en los campos nazis a través de un trabajo de documentación, ¿qué es lo que más te conmueve de estas historias?
Todo. Desde incluso de entrar en los campos de concentración. Sus vidas, cómo y por qué tuvieron que huir de sus hogares, cómo buscaron amparo en Francia y la realidad les recibió con una bofetada que dio paso a un infierno que los llevó hasta esos campos de concentración… Lo que vivieron allí dentro es difícil de imaginar incluso para quienes conocemos un poco cómo funcionaban y las atrocidades que allí se cometían. Entre esos 87+1 gaditanos hay historias estremecedoras. Bueno, en realidad todas lo son, evidentemente, pero algunas imposibles ni tan siquiera de imaginar. Pensé que merecía la pena investigar y reunir en un libro las historias de esos gaditanos, que cada uno tuviese su propio capítulo en el que se cuenta su trayectoria. Qué menos, ¿no?
- ¿Qué proyectos futuros tienes?
Lo próximo que verá la luz, en junio si nada se tuerce, será una biografía novelada de una de las espías más importantes de las que operó por aquí en la Segunda Guerra Mundial. Se llamaba Larissa Swirski y su nombre de ‘guerra’ Reina de Corazones (Queen of hearts). Empezó trabajando para los alemanes, después se pasó al bando contrario como agente doble y… Bueno, una historia brutal. Comparto autoría con su hija, una mujer de 92 años llamada Liana Romero que acompañó a su madre en algunas misiones menores para servirle de tapadera. Algunos quizá la recuerden de haberla visto recientemente en el programa de Broncano, o en otros de otras cadenas nacionales. Liana es una mujer que enamora, que te atrapa cuando cuenta sus vivencias y las de su familia, porque desciende de la rama bastarda de los Romanov. Lo dicho, otra de esas historias que creo que merecen mucho la pena.
Y, una vez terminada la investigación, estoy ya escribiendo lo que pretende que sea mi siguiente libro, aunque en este caso no tiene nada que ver con espías ni la Segunda Guerra Mundial. Toca cambiar de registro.
- ¿Dónde podemos encontrarte en redes sociales?
Quizá donde soy un poco más activo es en Facebook y en Instagram. Es fácil encontrarme, basta con poner en el buscador mi nombre y mi primer apellido, Wayne Jamison. Es la ventaja de tener llamarme como me llamo.