Me hace gracia como ha reaccionado la gente en relación a la huida de El Rubius a aquel país que se ha puesto de moda para los youtubers. Se le ha tratado a este autónomo de los medios audiovisuales como a una rata que sale huyendo de un barco en llamas. Y no me cabe la menor duda de que cualquier personaje de esos tan beligerantes que han declarado esto haría lo mismo si estuviera en la situación de este emprendedor.
Es lógico que todos aquellos propagandistas que viven de la televisión pública y de defender la ideología que les da de comer ataquen a este recién nombrado enemigo público número uno. El peligro que proporcionar al sistema es evidente, puesto que está claro que hay bastantes empresas emergentes en este país, en relación a lo tecnológico, que podrían plantearse salir corriendo detrás de El Rubius. Pero deberíamos empezar a pensar todos que esto de salir corriendo, si se convierte en costumbre, se podría asemejar mucho a aquella reacción de los alemanes oprimidos que salieron corriendo cuando destrozaron el muro de Berlín. Y no fue precisamente hacía la Alemania comunista.
Llama profundamente la atención la cantidad de tweets que han inundado las redes sociales en relación a este tema. Los heaters profesionales de la izquierda han inundado Twitter de frases y acusaciones, tachando a este chaval de anti patriota y demás lindeles. De in solidario. Como si nunca ningún famoso multimillonario auto declarado comunista se hubiese ido al extranjero a vivir para no pagar tantos impuestos… A estos personajes le vendría muy bien interiorizar una frase de otro actor, el gran Fernando Fernán Gómez: “En España no solo funcionan mal los que mandan, también los que obedecen”.
La situación se ha vuelto extraña, y bastante esquizofrenia. Y el fenómeno youtuber, que parecía el mayor logro de España en digitalización, ha llegado para dar un puñetazo en la mesa. Sobre todo en política. Y es que duele pensar que ha hecho más el Rubius por el liberalismo en 24 horas en nuestro país que toda la derecha junta en cuarenta años de democracia.
Galerín