Arriesgarse

«Una moraleja es una lección o enseñanza que se deduce de una historia, cuento, fábula o cualquier otro relato. Son mensajes morales que ayudan a entender la vida y a tomar decisiones más informadas, y a menudo se presentan al final de una historia para resaltar su significado más profundo.»

— WikipediA, la enciclopedia libre.

Vivimos en tiempos donde no esperar se ha vuelto virtud.

Como si la esperanza fuera ingenuidad,

y la paciencia, un error del carácter.

Se valora más la coraza que el corazón.

Arriesgarse, sin embargo, es un principio vital.

No como acto impulsivo,

sino como decisión consciente de no quedar inmóvil ante la existencia.

El que no arriesga, permanece,

y en la permanencia, muchas veces, se pierde el sentido.

El conformismo habita cómodamente en muchas almas.

Quienes se aferran a lo que tienen

olvidan que la vida no es posesión, sino movimiento.

Y de vida, solo se tiene una.

El dinero —recurso venerado por generaciones—

posee el poder de facilitar, pero no de llenar.

Puede comprar tiempo ajeno, no plenitud interna.

Y de vida, solo se tiene una.

El juicio fácil abunda en quienes temen a la diferencia.

Se señala al otro para no mirarse a uno mismo.

Pero juzgar no es comprender, y comprender exige humanidad.

Y de vida, solo se tiene una.

Entonces, si esta existencia es única,

¿por qué no atreverse, siquiera un poco, cada día?

¿Por qué no dar un paso fuera del margen,

pensar más allá de lo establecido,

vivir con intención, no por inercia?

La vida no es un ensayo.

Es la escena irrepetible de una obra sin libreto.

Y si solo hay una,

que al menos esté marcada por el acto de elegir,

aunque cueste, aunque duela, aunque falle.

Porque no vivir plenamente

es, en sí mismo, el mayor riesgo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *