Un ratito con Beatriz Roger y Luiso Soldevila: madre e hijo nos cuentan cómo es escribir “a cuatro manos”

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Hoy “charlamos” con Beatriz Roger y Luiso Soldevila, una madre y un hijo que decidieron embarcarse juntos en la aventura que supone escribir un libro, y… ¡vaya si lo consiguieron!, hace apenas cuatro meses, su obra de arte, “Marismas”, salía rumbo a las librerías y a las casas de los lectores, para sin duda, impresionar con una novela negra diferente, con unos personajes que ahondarán en el corazón de cada persona que los descubra y cuya historia dejará con la boca abierta a todo aquel que se sumerja entre las páginas que se esconden detrás de una portada tan sugerente como acertada.

Os dejaría por aquí la sinopsis, como algunas veces hago, pero, no, no lo voy a hacer, porque quiero que busquéis (bueno, os dejo el enlace a la ficha del libro al final de la página) vosotros mismos lo que encierra este libro, porque estoy segura, que una vez que conozcáis lo poco que la sinopsis reza sobre esta historia, vais a necesitar conocer más sobre ella.

Bea y Luiso, maravillosos escritores, pero aún mejores personas, se presentan hoy ante “La Alternativa” para dar a conocer su “tesoro”, pero también para que los conozcamos un poquito a ellos mismos, como autores, pero también, como personas. Madre e hijo se animan a contarnos cómo es escribir “a cuatro manos” y cómo han sido esos momentos que han compartido mientras daban vida a Nico Ros, el protagonista de su historia.

¿Cómo surge la idea de escribir “a cuatro manos”? ¿Es complicado? ¿Tienen alguna manía?, mejor, que nos lo cuenten ellos, ya que no sólo da gusto leerlos en “Marismas”, si no también, en sus respuestas. 

Para empezar, siempre pido que cada autor se presente a sí mismo, pero aprovechando que os tengo aquí a los dos… Bea, dinos quien es Luiso Soldevila, preséntanoslo, y Luiso, preséntanos a Bea Roger.

Luiso: Pues muy fácil, Bea Roger es mi madre y con eso lo digo todo. Pero como sé que queréis conocerla mejor voy a presentarla como es debido. Mi madre es una persona muy cariñosa, divertida, constante, luchadora y siempre está pensando en los demás antes que en ella misma. Su generosidad no conoce límites. Además, es la mejor escritora que he conocido nunca, es un privilegio escribir con ella, cada día que pasa aprendo cosas nuevas. Gracias a sus enseñanzas mejoro a diario. También me gustaría decir que es una apasionada de la vida, le gusta vivir al máximo disfrutando de las pequeñas cosas. Necesita muy poco para ser feliz. 

Bea:  Luiso es mi hijo, así que le quiero con todo mi corazón y no sé yo si voy a ser muy objetiva, ja, ja. Pero sí. Creo que las virtudes que yo veo en él saltan a la vista a la que le conoces un poco. Es muy cariñoso, ha favorecido siempre el buen rollo familiar, tiene sentido del humor y es muy voluntarioso y constante. Su capacidad de trabajo es enorme y me admira.

Además me gusta el hombre en el que se ha convertido: sin perder el entusiasmo que ya tenía de niño, ha madurado y a veces me sorprende con su forma de hacer y de pensar y me digo: madre mía! Este tío es un hombretón. Y me gusta verle bien plantado en la vida. Se ha currado las cosas sin rendirse. Es un buen hijo y hermano y un buen amigo. Ávido lector, escritor, enamorado del cine, del deporte, de descubrir lugares y gentes. Es generoso. Y es muyyyyyyyy simpático. Da gusto estar con él. ¡Soy una suertuda!

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Antes de nada, la duda que me carcome, ¿cómo es escribir a “cuatro manos” ?, encima, dificultad añadida la vuestra, que sois madre e hijo, ¿cómo ha sido escribir juntos? 

Luiso: en primer lugar, me gustaría destacar que ser madre e hijo no ha dificultado el proceso, todo lo contrario. Pienso que al tener una relación tan estrecha los egos quedan de lado y los dos nos alegramos por los éxitos del otro. Es decir, cuando mi madre tiene una buena idea o ha escrito un capítulo chulo, yo me alegro por ella (nosotros), me entran ganas de compaginar toda su parte creativa con la mía. 

Y obviamente, como todo en la vida, tiene sus ventajas y desventajas. Como parte buena destacaría que no estás sólo en el proceso, somos como una balanza, nos animamos y apoyamos el uno al otro cuando más lo necesitamos. Mientras escribes una novela aparecen momentos de duda: ¿Verá la luz? ¿Es buena? ¿Gustará a los lectores? Y al ser dos, cuando uno se desanimaba el otro le alentaba a seguir. Durante todo el proceso compartimos una complicidad e ilusión muy grande. Los dos tenemos la misma meta. Para mí, es una experiencia que llevaré siempre conmigo y la repetiría sin apenas pestañear. 

¿Dificultades al ser dos? Bueno, hay momentos en los que tienes que ceder ante alguna opinión del otro, pero como lo tenemos que hacer los dos se hace llevadero. Es especialmente complicado, aunque tengamos una hoja de ruta establecida, cuando se te ocurren nuevas ideas que pueden afectar y variar el plan establecido. Tienes que llamar rápido al otro, comentar y consensuarla. Ya que, si acepta la nueva idea, quizás varía los capítulos que la otra persona tenía asignados. 

Pero, en resumen, no cambiaría por nada el hecho de escribir con mi madre. Es un privilegio. 

Bea: Pienso exactamente como Luiso. Sin orgullo, sin egos, sin discusiones más allá de las típicas provocadas por las opiniones respecto hacia dónde tenía que tirar la novela, pero con paciencia y generosidad por ambas partes siempre hemos llegado a buen puerto. Nos animábamos el uno al otro cuando en alguna ocasión nos veníamos un poquito abajo y en nada volvíamos a estar de subidón. Suelo decir que, como madre, haber tenido la oportunidad de ver trabajar a mi hijo, ha sido un lujo y un orgullo. Una aventura que jamás olvidaré y que he disfrutado tanto que me cuesta ponerle palabras. Un algo muy nuestro, muy de los dos.

¿Quién fue el que dijo primero: “oye, ¿y si escribimos un libro”? ¿De quién fue la idea “principal”? ¿La tenía ya alguno en la cabeza, o primero dijisteis, “vamos a escribir un libro” y luego ya surgió la trama de Marismas? Contadnos un poco cómo fue eso.

Luiso: Desde bien pequeño he visto como mi madre devoraba libros y escribía, siempre he dicho que tiene un don muy especial, y de manera natural y cero forzada me transmitió su pasión, si leo y escribo es gracias a ella. Por lo que un día me anime a escribir un esbozo de una historia, donde tenía dos cosas muy claras. Quería que estuviera ambientada en Llafranc, pueblo de la Costa Brava donde pasamos tanto tiempo, y que el protagonista fuera un chico joven y distinto a lo que la novela negra suele presentarnos. Y entonces le presenté la historia a mi madre, quería que fuera mi primera lectora, me dio su opinión, en el salón de caso, y como quien no quiere la cosa le pregunté: ¿Quieres escribirlo conmigo? Y lo sorprendente es que no dudo ni un instante, me contestó: ¡Vale! Y aquí estamos ahora. 

Bea: Pues eso. Tal cual explica Luiso. Me pasó unas páginas ya escritas y me encantó lo que había empezado y la idea que me planteaba. Lo cierto es que no dudé ni un segundo y me embarqué con él en la aventura de Marismas de cabeza. Y estoy encantada de haberlo hecho.

¿Cómo era vuestro “brain storming” cuando decidáis lo que iba a ir sucediendo en la trama?

Luiso: Creo que en casa nunca se había utilizado la expresión “Brainstorming” y ahora es de las más utilizadas, jaja. Fuera bromas, cuando me siento con mi madre para compartir ideas es uno de mis momentos preferidos, aunque a veces sea frustrante por no dar con la correcta, pero es ese instante en el que se te abre un abanico infinito de posibilidades por explotar. ¡Hacemos tantos que ya tenemos ideas para más casos de Nico Ros! Los más complicados son los que nos reunimos para decidir el desenlace y cuadrar todos los cabos sueltos. 

Bea: Ja, ja, han sido muchos e intensos. Siendo dos, las ideas surgían en tropel y a veces a cual más descabellada. Ahí estaban todas y la labor era entonces ser capaces de poner orden, de desechar algunas y quedarnos con otras. Siempre llegábamos a acuerdos y cuando estábamos más empeñados en algo, tuvimos que ser generosos el uno con el otro y ceder. Ha sido muy interesante.

Ahora, dejamos el cotilleo que se exprese al máximo: describirnos cómo eran vuestros momentos de sentaros a escribir juntos, ¿Cómo se ha creado Marismas, “fragmento a fragmento”? ¿”Discutían mucho”?

Luiso: Cuando la gente nos pregunta se sorprende, pero ha sido un proceso más sencillo de lo que parece desde fuera. Cuando estás sumergido en la escritura disfrutas cada instante. La verdad es que no recuerdo grandes discusiones, pero sí puntos de discrepancias y diferencias, pero es normal cuando escriben dos personas de diferentes generaciones y sexos, no podemos pensar igual en todo. Por eso nos gusta pensar que esta singularidad le da un valor añadido a la novela. Dos visiones y perspectivas en todo lo escrito. En defensa de mi madre he de decir, que yo soy mucho más intenso. 

Bea: Somos ambos apasionados, eso está claro. Como comentaba en el párrafo anterior, ha sido una época intensa porque nos propusimos no abandonar, sacar el tiempo de debajo de las piedras y encontrar momentos para coincidir ambos. Tanto podía ser en una comida familiar (santa paciencia la que ha tenido el resto de la familia) y otras veces eran ratos y horas de trabajo más “profesionales”, los dos solos y decidiendo qué sí, qué no, a quien teníamos que “cargarnos” y cómo era cada personaje. Como comenta Luiso, somos de edades y género diferente y eso, en mi opinión, tenía su dificultad, pero a la vez creo humildemente que ha enriquecido la novela.

¿Algún ritual o manía de escritores?

Luiso: Encontrar el tiempo. En ocasiones cuesta compaginar nuestros trabajos con la escritura, pero siempre se encuentran. Me gusta contar con silencio a mi alrededor. 

Bea: Estar tan sola como sea posible. Es la única. Entonces puedo pasarme horas escribiendo sin enterarme del paso del tiempo. Y a mí la inspiración me llega mientras escribo.

¿Cómo os habéis sentido escribiendo juntos? ¿Cómo ha sido compartir esos momentos, no como madre e hijo solamente, si no, como escritores en pleno proceso de creación?


Luiso: Creo que ya he contestado en alguna otra pregunta, pero insisto, para mí ha sido un privilegio. Soy muy feliz cuando escribo con mi madre. Y está siendo una experiencia inolvidable todo lo que estoy viviendo con ella.

Bea: Una suerte. Un regalo. Un privilegio.

¿Le habéis ido enseñando a alguien la historia conforme crecía? ¿o quedaba entre vosotros? Si se la enseñabais a alguien, ¿Qué os decía?

Luiso: Mi padre ha sido el afortunado (o no tanto, jaja) de ir leyendo la novela a medida que la avanzábamos. Y el primer manuscrito lo leyó nuestra editora, Lola Gulias. Sus consejos y aportaciones siempre fueron para sumar. Y después, cuando ya me dejaron, mi primera lectora fue mi abuela, me hacía mucha ilusión que lo leyera. Y obviamente, sólo me dijo cosas buenas.

Bea: Como dice Luiso, mi marido. Es bastante imparcial, así que decía lo que pensaba. Y Lola, nuestra editora. Mi hija Helena no quiso leerla hasta que estuviera acabada, decía que a medias no quería hacerlo. Y también es bastante objetiva y cuando vi que le gustaba, me quedé más tranquila. Y Lola, nuestra fantástica editora. Aunque tengo que reconocer que, salvo a Lola que sabe lo que no está escrito de esto, no hemos hecho caso a nadie. Nosotros tenemos las ideas bastante claras, para bien o para mal. Somos los dos muy independientes.

Desde que escribisteis la primera palabra, hasta la última, cuando decidisteis que el libro estaba listo para salir hacia los lectores, ¿cuánto tiempo pasó?

Luiso: Más del que nos hubiera gustado, jaja. Es un proceso muy complejo, pero nos alegramos de haber seguido los consejos de nuestra editora. Es importante pasar por un proceso de corrección, para que a los lectores les llegue la mejor novela posible. 

Bea: Yo creo que en escribir Marismas tardamos algo más de un año. Luego llegó (tiempo después) la opinión de la editora y sus comentarios acertados al respecto. Quizás eso duró meses, porque ella además de a nosotros, obviamente “lleva” a otros autores y dispone del tiempo del que dispone. Pero estábamos tan sumergidos en esta aventura que todo parecía rápido. Lo más duro es tener la paciencia de esperar hasta que la editorial te acepta la novela y confirma su publicación.

Y… ¿Cómo vivisteis el momento en el que, tocasteis con vuestras manos por primera vez “Marismas” en físico, con su tapa dura, su sobrecubierta con esa portada que tanto dice? ¿Cómo os sentisteis?

Luiso: Nunca lo olvidaré. Fue un momento mágico y emotivo. Nos enviaron diez ejemplares a casa e hice lo que siempre hago con un libro nuevo, abrí las páginas y lo olí con los ojos cerrados. Después compartí un unboxing en redes, jeje. Mi madre me llamó y me dijo: Luiso, tienes que leerlo, otra vez, hazme caso. Y tenía razón, cambia mucho leer una novela desde el ordenador o un manuscrito impreso, a hacerlo con un libro de tapa dura. La experiencia es otra. 
Bea: Ese fue sin duda el GRAN momento. Llamé a Luiso emocionada y le dije “Lee algunas páginas Luiso. Esto lo hemos hecho nosotros. ¡¡¡Y es real!!! Una emoción y alegría absoluta.

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