Sala de interrogatorio con… Blanca Cabañas

Ronda el mediodía, Arturo Mariño camina impaciente haciendo resonar sus zapatones contra el enlosado de la sala de interrogatorios. La inspectora Espinar se demora en exceso, el viejo comisario llena los carrillos de aire y lo expulsa en un ademán de desesperación. Ha consultado el reloj en cinco ocasiones en los últimos veinte segundos. El silencio, tenso y pegajoso, impregna las paredes de la habitación.

La invitada, Blanca Cabañas, ocupa su lugar apoyando los brazos sobre una mesa rectangular mientras hace molinillos con los pulgares.  En ese momento la puerta de la sala se abre con estrépito, la inspectora Blanca Espinar emerge entre las miradas inquisidoras de los dos ocupantes, más de media hora de retraso.

La inspectora manosea una carpeta con nerviosismo, al dirigir la vista al margen superior enarca las cejas sorprendida, la interrogada se llama igual que ella, Blanca. Compone una sonrisa que media entre lo artificial y lo sincero. Sin más dilación aborda a la interrogada que la observa con atención:

  1. Un thriller rural, tal y como suena (y como punto de partida) ofrece la posibilidad de jugar con el carácter de los personajes, tanto principales como secundarios. La idiosincrasia de los pueblos suele ser muy peculiar, ¿ha supuesto para ti una ventaja o por momentos ha sido duro caballo de batalla?

Ambientar la novela en un pueblo ha sido una ventaja. Lo tuve claro desde el principio. Antes se veían más novelas ambientadas fuera del país. Hoy en día, eso ya ha terminado, solo hay que echar un vistazo al catálogo para darse cuenta de la cantidad de novelas que se ambientan en territorio español. Sin embargo, no conocía ninguna ambientada en Chiclana. Para mí, ambientar la novela en mi tierra ha sido un factor de calidad. Considero que plantear historias en escenarios que conozco otorga verdad a aquello que cuento. Nadie como yo conoce la vida de los chiclaneros, las distancias, los lugares. Ahora que lo veo con perspectiva, pienso que ha sido un punto a favor. A los lectores les ha terminado picando la curiosidad. “¿Un thriller en Chiclana, en el pinar del Hierro y la Espartosa? ¿Cómo es eso posible?”

  1. En la sociedad actual, especialmente entre los jóvenes, comprobamos como existe cierto desapego hacia la literatura; en este escenario ¿vender cierta cantidad de libros supone un logro? 

Vender libros siempre es un logro, independientemente de cuántos sean y de quién los compre. Yo he notado que el público de redes sociales es más joven que el público que luego asiste a ferias y firmas. Cada uno prefiere una plataforma diferente, pero ambos dan voz y difusión a la novela, que al final es lo más importante. Es cierto que hay un gran número de jóvenes que sienten ese desapego con la literatura. Quizá, porque en la adolescencia han tenido malas experiencias leyendo obras que no encajaban con sus gustos y que en el instituto eran obligatorias, pero estoy segura de que si encontraran aquello que les gusta cambiarían de idea. Solo hay que dar con esa novela que te hace disfrutar por primera vez de la lectura. En mi caso fue el fascinante mundo de Harry Potter. A favor de los jóvenes tengo que decir que detrás de Instagram, Youtube y diferentes blogs literarios se esconden verdaderos sabios de la lectura. Me refiero a los llamados bookstagrammers y booktubers. La prueba de ello es que las grandes editoriales son conscientes de su importancia y han ampliado el plan de marketing a estos sectores.

  1. En este sentido, ¿no crees que los libros están condenados a “soltar lastre”, simplificando la historia, dejando atrás subtramas sesudas que aligeren un determinado número de páginas que ayude a llegar a muchos más lectores?

La clave está en el equilibrio. Yo escribo lo que me gusta, lo que me inspira. Mis novelas parten de distintos mundos, de fuentes de conocimiento diversas. Perro que no ladra se nutre de la neuroeducación. Cuando comencé a escribirla estaba estudiando un máster de Atención Temprana y Necesidades Educativas Especiales, porque soy maestra y pedagoga y me encontraba inmersa en esa formación eterna que nos exigen a los docentes. Me fascinó todo lo que estaba aprendiendo y quise volcarlo en la novela, quise que todo aquel que me leyera descubriera algo interesante leyendo para ello una novela entretenida de misterio. En este caso, se trata del síndrome de Capgras, un extraño síndrome muy poco conocido, del que apenas se cuentan cien casos, que hace a aquellos que lo padecen no reconocer a sus seres queridos y que los lleva a pensar que han sido suplantados por dobles idénticos. Aspiro a eso, a enseñar algo novedoso e interesante usando como vehículo una buena historia. Por tanto, me reitero, la clave está en el equilibrio. Tengo que escribir lo que quiero, si no lo hago dejaría de disfrutar del proceso, pero también, soy consciente de que alguien me va a leer. Y no podemos negar lo evidente; hay que respetar al lector, darle lo mejor e intentar que, aunque tenga mil estímulos alrededor, no pueda levantar la vista del papel. Por eso, aunque cuente lo que quiero contar, lo hago, por ejemplo, dosificando la información e intercalando giros inesperados.

  1. Hablemos de tu obra “Perro que no ladra” cuéntanos cuáles eran tus expectativas iniciales y qué frutos has ido recogiendo por el camino.

No tenía expectativas. Comencé a escribir porque era algo que me debía a mí misma, algo que siempre había querido hacer. Solo quería contar una historia y tenerla en forma de libro en mi estantería. Pasé el verano de 2020 escribiendo mañana, tarde y noche. Me suscribí a una plataforma de cursos literarios. Aprendí a corregir, a pulir la novela. Mi pareja me ayudó con el diseño de la portada y la maquetación del manuscrito. Mi primera opción siempre fue Amazon, no me planteé en ningún momento el mercado editorial. A pocas semanas de la autopublicación, comencé a pensar cómo promocionarla y simplemente, me dejé llevar. Llamé a todos los medios locales que conocía y fui allí donde me invitaban. La acogida fue abrumadora, no esperaba tanto. Recibía mensajes a diario de lectores satisfechos, agotaba las tandas de ejemplares en un día y de pronto, a la gente empezaba a sonarle mi nombre. Al mes de autopublicarla me animé a enviarla a editoriales. De no haberme ido tan bien no creo que lo hubiera hecho. Y poco después, ya tenía la respuesta de Suma de letras en mi bandeja de entrada. Todo salió redondo y muy rápido. Ahora mi novela está en todas las librerías del país, de la mano de uno de los sellos de Penguin Random House. Cuesta creerlo.

  1. Respecto al papel de la mujer en la literatura española, ¿crees que aún quedan muchas barreras y arquetipos por derribar?

Antes las mujeres tenían que ponerse seudónimos masculinos para vender libros. Ahora puede ocurrir incluso lo contrario. Hemos avanzado mucho, pero aún no está todo conseguido. No creo que lleguemos a esa igualdad utópica. Precisamente estos días he leído noticias de que la escritora Marta Prieto ha declinado aceptar un premio por ser de categoría femenina, argumentando que no debería existir tal categoría porque cuestiona que la mujer pueda competir con el hombre. Con esto creo que respondo a tu pregunta.

  1. Te voy a hacer pensar un poco… piensa en dos títulos de libros; uno que tenga un inicio rompedor; otro con un final o desenlace que te haya marcado.

Disfruté muchísimo el inicio de La puerta de Manel Loureiro. Creo que es un primer capítulo redondo, que a buen ritmo te lleva hacia la incógnita y en pocas páginas logra atraparte. Es tan importante esto como tener un buen final, como por ejemplo el de El caso Hartung de Soren Sveistrung. Me gusta porque la trama no se resuelve en cuatro páginas, sino que se va desgranando poco a poco hasta llegar al clímax. 

  1. ¿Qué otras autoras del género lee y recomienda Blanca Cabañas?

Lo tengo claro. Dolores Redondo, experta en situarte en una espectacular ambientación y entrelazar policíaca, folclore y fantasía y María Oruña, que arriesga en cada novela y no sigue recetas. Aprendo muchísimo de ellas. 

  1. Partiendo de la base de que nadie es profeta en su tierra, ¿qué tipo de repercusiones te trajo inspirar “Perro que no ladra” en tu Chiclana natal?

Como te decía antes, he logrado llamar la atención de los lectores de la zona. Es más fácil también que los medios provinciales pongan el foco en ti. Pero al margen de eso, lo que más ilusión me hace es que la gente vaya a conocer Chiclana por su cultura y no por su turismo, por el pinar del Hierro y la Espartosa, escenario nuclear de la novela y no por la playa de la Barrosa. Fue muy divertido vestir a Chiclana, una localidad que invita a quedarse y que destaca por su luz y alegría, de esa aura angustiosa y misteriosa que se respira en la novela. Durante toda la historia el lector la va a ver desde los ojos de Lara, la protagonista, y esto hace que se convierta en el origen del mal, de las pesadillas, de esos fantasmas del pasado que hay que enfrentar para poder seguir adelante. Lara vuelve a la cicatriz, al centro de la tormenta, y el lector deberá acompañarla en esa búsqueda de la verdad, en esa búsqueda de su amiga desaparecida en la preadolescencia hace ya catorce años. Súmale creencias supersticiosas, religión, brujería y una familia controvertida, en la que la antagonista se plantea en el mismo núcleo familiar.

  1. Las novelas pueden funcionar a través de la historia, el lenguaje o la atmósfera… ¿Cuál es el principal atractivo de tu obra?

Los personajes. Una buena historia deja de serlo sin unos buenos personajes. Perro que no ladra se cuenta desde una familia que para nada es el ideal que estamos acostumbrados a ver. Hay mentiras, secretos, dobleces, miradas esquivas, silencios incómodos. La relación de Lara con su madre marca considerablemente toda la historia y, sin lugar a dudas, perfila la personalidad de nuestra protagonista. La frase de gancho que planteó la editorial resume bastante esto que estamos hablando: “Todas las familias felices esconden un secreto monstruoso”.

  1. El clima de tensión en un thriller puede repartirse de varias y diversas maneras: narrador, personajes, etc… ¿Consideras que debe ser una “carga compartida” o te inclinas por una figura concreta?

Considero que es una carga compartida. Describir los escenarios de forma que, aunque sean bellos, parezcan espeluznantes, añadir agentes climatológicos; un poco de lluvia nunca viene mal, personajes ambiguos, pero con caracteres marcados que hagan bailar el foco de las sospechas de uno a otro, una buena trama que mantenga intrigado al lector y los famosos giros inesperados, que deben de estar para desarmar el puzle que el lector ha creído ir formando. No olvidemos que la que da las piezas del rompecabezas soy yo, pero es importante que el lector lo olvide y acepte jugar.

  1. Dinos tres títulos del género que no pueden faltar en tu biblioteca particular.

Voy a decir tres títulos de tres mujeres. Dos ya las he citado antes.

El guardián invisible de Dolores Redondo, Puerto Escondido de María Oruña y El silencio de la ciudad blanca de Eva García Sáenz de Urturi.

  1. ¿A qué otro escritor/a del género te gustaría que entrevistáramos? Venga, ponlo difícil.

Se me han ocurrido varios, ahora lo difícil es decidir cual decirte. Si tengo que decir uno del género, para seguir hablando de mujeres de la literatura voy a decir Lorena Franco. Es una escritora que ha sabido compaginar autopublicación y editorial, que se ha ganado un hueco en las estanterías de thriller y es admirable ver lo querida que es entre los lectores. Para mí es un claro ejemplo de superación.

Y ahora, voy a salirme de la pregunta, y te voy a decir un hombre que además no escribe thriller, escribe lo que le da la gana. Él es Miguel Ángel González, es dramaturgo, escritor y, además, profesor de cursos de escritura. He aprendido muchísimo de él. Recomiendo escucharlo con una libreta por delante porque todo lo que dice es importante.

Blanca, muchas gracias por ofrecernos la oportunidad de mantener este encuentro digital en nuestra “sala de interrogatorio”.

Gracias a vosotros, ha sido un placer.

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