Entrevista al escritor Mauro Barea

Un narrador mexicano afincado felizmente en Cádiz. Gracias a mucha gente aquí me voy sintiendo cada vez más gaditano, y, como dice el peruano Fernando Iwasaki (otro afincado en Andalucía), ampliando mi diccionario personal.

Como carrera universitaria, Administración de empresas turísticas en La Salle Cancún, y en el ámbito literario, la IEU Puebla en México, donde hice un máster en Apreciación y Creación Literaria. Aunque la verdadera formación literaria la hice con mis maestros narradores a lo largo de los años; algunos se han convertido en grandes amigos y siempre les agradezco su generosidad y consejos, y cuando podemos salimos a tomar algo para ponernos al día.

Leyendo novelas gráficas de Yolanda Vargas Dulché que compraba mi madre, aunado a los cómics de Memín Pingüín (una suerte de Tintín mexicano de la más pura barriada); ahí empezaron a germinar ideas en mi cabeza siendo un crío, sobre cómo podría hacer mis propias historias y sorprender a los demás. Fui un lector tardío de los clásicos, por eso mi camino fue tortuoso y duro porque fueron años no solo de aprendizaje, sino de destrozar mis borradores y ser duramente criticado por mucha gente, casi siempre de forma no constructiva.

Si te refieres a los libros que siempre o casi siempre llevo conmigo, está Mundo escrito y mundo no escrito, un ensayo de Italo Calvino que deberían leer todos aquellos que sienten ganas de escribir o que en determinado momento han perdido el norte. Están los Ensayos de Montaigne, a los que regreso cada cierto tiempo. En narrativa, suelo tener cerca al propio Italo Calvino, a José Revueltas (Junto a Rulfo el mejor narrador que ha dado México en el siglo XX) y a Jorge Ibargüengoitia. En poesía, casi siempre llevo en mis ejemplos a Ajmátova, a Pizarnik, a Octavio Paz y José Emilio Pacheco.

No hay ningún secreto. Ser miembro del Centro Andaluz de las Letras, lo sigo poniendo por inercia, porque aunque últimamente he intentado estar en contacto con ellos, no hay apenas comunicación. El directorio de escritores andaluces, una buena iniciativa, también lo desaparecieron hace un año. Siento que esta institución se ha alejado del escritor andaluz o afincado aquí, del creador a pie de calle, y es una pena. 

Por otra parte, mi implicación con los talleres es puramente vocacional, no lo considero trabajo en absoluto, porque suelo estar rodeado de personas increíbles que tienen toda la intención de escribir y mejorar en ello; además, suelo aprender mucho de todos mis alumnos, es una experiencia que funciona siempre hacia ambos lados, trato de que así sea en cada sesión de taller. En la revista Tropo a la uña (México), donde soy parte del consejo editorial, invito a mis alumnos a hacer sus primeras publicaciones, para que vayan acumulando experiencia y demuestren sus capacidades.

Su cosmogonía, sus leyendas, su historia tan rica y que se iguala en importancia a los griegos; esa tremenda influencia que aún permea en la sociedad actual de la península de Yucatán, que es de donde provengo. Gran parte de mi obra, en novela, cuento y ensayo, lleva una impronta sobre la cultura maya: su gente, sus monstruos, fantasmas y demonios, y su influencia en la historia de la humanidad.

Sí. Gonzalo Guerrero fue por muchos siglos persona non grata para España, porque resultaba impensable que un marino onubense se amancebara con una mujer maya, formara una familia en el Nuevo Mundo, y se negara a regresar con los conquistadores, alguien así no podía ser parte de una historia tan gloriosa; Guerrero se negó a Cortés y a Montejo abiertamente y le hizo la guerra de guerrillas a este último, retrasando la ocupación de la península de Yucatán y parte de Centroamérica. De acuerdo a Fernando Savater, Gonzalo Guerrero inventó «una nueva conciencia de identidad», y eso es lo que trato de dejar claro en esa novela. Al final, Guerrero murió defendiendo las causas mayas, y hasta hace unos años fue «perdonado» por los reyes de España, que recibieron en 1978 una escultura en un viaje oficial a México de dicho personaje.

La lejanía, seis años sin pisar mi país, todo eso se conjuntó para darme una suerte de ejercicio de memoria que me llevó por mi infancia y adolescencia: así surgió Tamul, la ciudad del Caribe mexicano que creé para esta novela. La novela tiene un inicio en la carretera Kolymá, en la Rusia siberiana, en medio de la nada. El coche donde van dos mejores amigos se detiene, y uno encañona al otro con una pistola. ¿Por qué lo encañona si es su mejor amigo? ¿Por qué falló el coche? ¿Por qué si son de una ciudad como Tamul se encuentran en las antípodas? Esas preguntas son las que animan al lector a seguir la historia en el pasado del protagonista, que precisamente se desarrolla en esta ciudad que fue creada de modo parecido a mi Cancún natal: Tamul es una ciudad con cincuenta años que sufre los males de una ciudad vieja y degradada, y eso lo dejo claro desde el principio. En cuanto al género, es curioso, mis presentadores, lectores especializados y que se han acercado a comentarme, no les es fácil ponerse de acuerdo. ¿Es un thriller, una novela negra, realista, en partes imbuida con Realismo Mágico y hasta de lo Real Maravilloso y fantástico? Puede ser. Lo importante es que estos lectores tan exigentes se lo creen, y es lo que a final de cuentas deja satisfecho a uno que escribe o que lo intenta.

Leer mucho, a los clásicos, a quienes han dejado huella; escribir mucho, escribir, ser autocrítico, y escuchar con atención a los maestros. Entrar a los talleres donde sientan que sus textos van a crecer y los impulsarán como autores, siempre con los pies en la tierra.

Es una salida muy válida para muchos escritores, y una gran oportunidad a la que antes difícilmente se podía acceder. El problema es cuando no se trabaja en los aspectos de la edición y se publica cualquier cosa, que puede terminar siendo ilegible o irrisoria. De poco sirve autopublicarse cuando el autor no tiene mucha idea y compromiso de lo que publica y cómo lo publica, y entonces vienen los arrepentimientos (o lo que es peor, seguir en la ignorancia, pero feliz de ver que el libro está en “el lugar número tal de los más vendidos” de Amazon).

Editorial Alrevés (Barcelona) publicará en septiembre de este año mi novela La noche de los aprendices, que también fue finalista en el I Certamen de Novela Negra Alexis Ravelo. Andamos ya sobre los detalles finales de la publicación y espero dar más información en estos meses. En este año también debe salir un proyecto literario muy interesante y del que formo parte, en colaboración Perú-España con ediciones Altazor, que resultará en un homenaje a la banda de metal Ángeles del infierno.

En Facebook como Mauro Barea, en Instagram como @maurobareag y en mi web maurobarea.com

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