El origen la Reina Malvada de Blancanieves

Javier Fornell

Los Hermanos Grimm crearon cuentos que van más allá de lo literario, que se han incrustado en el imaginario colectivo y nos han dado frases para la posteridad. Y si Blancanieves comenzaba con:

Había una vez, en pleno invierno, una reina que se dedicaba a la costura sentada cerca de una ventana con marco de ébano negro. Los copos de nieve caían del cielo como plumones. Mirando nevar se pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Como el efecto que hacía el rojo sobre la blanca nieve era tan bello, la reina se dijo.
—¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tan negra como la madera de ébano!
Poco después tuvo una niñita que era tan blanca como la nieve, tan encarnada como la sangre y cuyos cabellos eran tan negros como el ébano.
Por todo eso fue llamada Blancanieves. Y al nacer la niña, la reina murió.

Todos nos acordamos realmente del:

«Espejito en la pared, dime una cosa: ¿quién es de este país la más hermosa?». Y el espejo le contestaba, invariablemente: «Señora Reina, eres la más hermosa en todo el país».

Lo más curioso es que nadie se pregunta cómo debió ser aquella reina que los geniales hermanos se imaginaron en su mente. En la actualidad, la imagen que representa a la reina malvada es aquella que eligió Walt Disney en 1937 para su primer largometraje: Blancanieves y los siete enanitos. Un hito de la historia del cine ya que el primer film sonoro y a color. Lo que quizá no sepas es que ese rostro mundialmente conocido tiene nombre: Uta von Ballenstedt y es una escultura del siglo XI conservada en la Catedral de Naumburgo (Alemania).

Uta era natural de Ballenstedt, en Sajonia-Anhalt (Alemania), y vivió a comienzos del siglo XI. Formaba parte de la casa de Ascania y era hija del conde Alberto de Ballenstedt y nieta del margrave (marqués) Hodo I de Lusacia. Un linaje de rancio abolengo que le llevó a un matrimonio de conveniencia con Ecardo II, hermano menor de Germán I, margrave de Meissen, un territorio situado en la frontera oriental del Sacro Imperio Romano Germánico heredado tras el asesinato de su progenitor y la destitución de su tío.

La esposa de Germán fallece 1014 sin dejar descendencia y en 1038 es Germán fallece sin descendencia. Ante eso Ecardo se hace con Meisse, y lo suma a Lusacia, conseguid tras asesinar a su cuñado en 1034. La extensión de su marquesado y el apoyo a Enrique III el Negro (o el Piadoso), Rey de Romanos que en el 1046 lograría hacerse con la corona del Sacro Imperio, le convierten en guardián de las fronteras alemanas con Polonia y Bohemia. Esa función de defensa de la frontera le lleva enfrentarse al rey húngaro Pedro Orseolo, logrando empujarlos a firmar la paz tras dos intentos de ocupación.

La vida de Uta, sin embargo, no nos ha dejado tantos datos. Sabemos que falleció en 1046 durante una de las frecuentes epidemias de fiebres que asolaron Alemania en el siglo X y XI. Siguiendo la tradición de la zona, Ecardo dona la dote de su esposa: una mitad a la esposa del emperador Enrique III, lo que aseguraba su posición de poder; el resto al convento de San Ciriaco de Gernrode, de la que era abadesa la hermana de Uta. La donación incluía propiedades en Gundersleve, Westerhausen, Wendhusen, Wegeleben, Mordorf, Richbrechtigerode y la propia Gernrode. Unos meses después, las fiebres también acabaron con Ecardo y con su dinastía, pues Enrique III tomaba como propias todas las tierras.

Las Stifterfiguren

Uta y Ecardo

Regelinda y Germán

Siendo una figura menor de la historia alemana, su rostro ha llegado a nosotros gracias a las Stifterfiguren, protegidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de las figura de los doce donantes que colaboraron en la fundación del templo. Una iglesia que terminó siendo uno de los mejores ejemplos del gótico alemán construida en el siglo XIII.

Son doce de estatuas de piedra policromada que se sitúan en el ábside occidental. Fueron realizadas en el siglo XIII por el Maestro de Naumburgo y representan a ocho hombres y cuatro mujeres: el conde Dietmar; Timo von Kistric; el conde Guillermo von Camburg y su esposa Gepa (quizá Adelaida I); el conde Sizzo von Schwarzburg-Kevernburg; el conde Dietrich von Brehna y Gerburg, su esposa. Y también Conrado, sobrino de Ecardo; Germán I y Regelinda; y, por último, Ecardo y Uta.

Las estatutas destacan por su naturalidad y la de Regelinda, por ejemplo, es célebre por su sonrisa. Sin embargo fue la de Uta resultó la más carismática. Tanto que los nazis la consideraron el prototipo de belleza aria. En el caso de los hombres, fue designado el Jinete de Bamberg (una estatua ecuestre de la catedral homónima), por lo que en muchos hogares solían tenerse reproducciones a escala de ambas obras.

La figura de Uta se hizo entre 1243 y 1249, caracterizándose por su realismo: la esposa del marqués muestra una mujer joven y bella que tiene una extraña corona de flores de lis realizada con piedras preciosas y perlas, un tocado de lino, que indiciaba que era una mujer casada, una sobrevesta roja y un manto forrado de piel y del mismo color, que sujeta con un broche dorado y con el que adopta un gesto medio embozándose.

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