El Ministerio de Trabajo no puede estar representado por cualquiera

José Blas Fernández Sánchez

         Estamos viviendo unos tiempos convulsos que nos crea una inseguridad jurídica tan importante que dejamos de creer en tantas normas y valores que la sociedad de hoy posee y que nos están haciendo dudar de todo.

         El Ministerio de Trabajo es una de las carteras más importantes de un Gobierno y no cabe duda que tiene también muchos sinsabores, pero dependiendo del/la  titular de dicha cartera se va viendo cómo el mundo de las relaciones laborales  y de quienes ostentan la capacidad de obrar representando a empresas y trabajadores,  funcionan mejor o peor, según quien la dirija.

         La actual Ministra de Trabajo,  Yolanda Díaz,  está demostrando una absoluta incapacidad política para dirigir su propia cartera. Lo mismo un día dice una cosa y al día siguiente se contradice, lo mismo habla de una reforma laboral profunda para España y una vez vista y practicada en su contenido,  ha ocasionado grandes perjuicios para el mundo del trabajo  y  parche tras parche ha llegado a una total falta de credibilidad,   que quienes formamos parte de esas relaciones laborales tan adulteradas, no sabemos ni a dónde nos dirigimos ni cómo terminaremos, pues ahora con la jornada de trabajo, la subida del SMI y un largo etcétera de ocurrencias, aquí no hay quien viva.

         El Ministerio de Trabajo no está hecho para contentar a unos pocos o en función de la ideología mirar para una parte de la sociedad. Por ello, para organizar y marcar unas líneas generales  que queden para siempre y que al menos,  se pueda “vivir” un largo espacio de tiempo con leyes serias y congruentes,  hay que tener  un amplio conocimiento jurídico de todo cuanto envuelve al Ministerio y no dedicarse a medrar como ahora viene ocurriendo en un Gobierno inestable, simultaneando el Ministerio con actividades políticas  que nada tienen que ver con la esencia del trabajo y del mundo empresarial.

         Los que ya peinamos canas y hemos visto pasar por ese Ministerio a tantas mujeres y hombres, no se puede olvidar, como a mí me ocurre,  la figura que tuvo Eduardo Aunós como Ministro, pues aunque no le conocí personalmente y mi vida profesional comenzó más tarde de 1967,   que fue cuando  Aunós Pérez falleció en Lausanne, este Ministro, que para mí fue  un gran tecnócrata, desarrolló una laboral positiva de carácter social, a tono con las circunstancias españolas y dentro de las posibilidades que le ofrecía la estructura de la sociedad civil del país y de las ideas, tal vez, conservadoras, que privaba  en la política nacional. En cierto sentido,  Aunós,  se inspiraba en el laboralismo inglés y pretendía integrar a las masas obreras en la vida política como colaboradoras  en la obra de Gobierno, porque entonces España tenía una escasa conciencia política y se encontró con el gran obstáculo que la burguesía le hacía  llevar a cabo. En líneas generales la obra ministerial de Aunós puede considerarse como el gran intento de la reforma social al que le faltó la base imprescindible de una conciencia colectiva, pero en los cuatro años de gestión ministerial  del Ministro Aunós se promulgaron algunas leyes tan importantes como  la reforma de la Ley de Casas Baratas, la de Regulación del Descanso Dominical, las leyes de parcelación de fincas rústicas, de trabajo a domicilio y de inspección del ahorro, sin olvidar en su gestión ministerial la firma de convenios internacionales  que en España por aquel entonces no regían del modo total,  como por ejemplo el de la jornada de ocho horas, hoy precisamente controvertido  y en fase de disparate. Aunós marcó leyes  como la del descanso nocturno de la mujer obrera,  la enseñanza  y el seguro de maternidad y no puede olvidarse la publicación del primer Código de Trabajo, creando la Organización Corporativa Nacional y la Organización Corporación Agraria, fundando también el principio de la libre sindicación en los llamados Comités Paritarios, compuestos de patronos y obreros en sendas representaciones  iguales en número,  para así abarcar una igualdad en el mundo liberal, dándole un valor a las condiciones de trabajo, salarios y despidos  creando censos para bolsas de trabajo,  sin olvidar  el Consejo de Cultura Social, creado por Real Decreto de 17 de Agosto de 1925, reformado por el de 24 de Diciembre de 1926 y por la Real Orden de 11 de Febrero de 1927, de la cual fue Presidente y formó activamente parte de la creación de las Escuelas Sociales, donde el próximo año 2025 es el centenario de los Estudios de Graduado Social.  También  fue nombrado Presidente de la XIII Conferencia Internacional del Trabajo, celebrada en Ginebra en 1929, presentando luego su dimisión en 1930  para dedicarse  a su vida profesional, pues si bien estuvo como Ministro de Trabajo en el Gabinete de Primo de Rivera y éste fue un dictador con poderes limitados, no sólo por la estructura de la Monarquía, sino por su propio carácter, más inclinado a la complacencia benévola que a la rigidez autoritaria e inflexible, Aunós tuvo hasta el beneplácito del entonces  Partido Socialista   y de la Unión General de Trabajadores, que  colaboraron  con él pese a su condición política. En definitiva, Eduardo Aunós, hijo del Senador Eduardo Aunós, no puede dejarse en el olvido por sus condiciones  profesionales y conocedor del Derecho, pero sin embargo de entonces a hoy, no es de recibo que con una Ministra como la actual la cartera de Trabajo esté desprestigiada y sea la cuna de la inseguridad jurídica de España. Esperemos que,  como en la política seria y congruente, tengamos una nuevas directrices de personajes del mundo jurídico-laboral que hagan cambiar lo que estamos viviendo, pero  la cartera de Trabajo no puede estar por más tiempo  en manos de una indocumentada, pues se pone de manifiesto que la política y en todas sus facetas debe estar  envuelta en profesionales que conozcan las materias y no, como ocurre en estos momentos, en personajes con titulitis, en algunos casos,  pero procedentes del desempleo como bien lo ha tipificado el gran parlamentario y padre de la Constitución, Miguel Herrero de Miñón.

         Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.

3 Respuestas a “El Ministerio de Trabajo no puede estar representado por cualquiera”

  1. Está claro que para ser político hay que haber sido antes algo y no como ocurre hoy en España. Esta ministra siempre ha vivido de lo público y nunca trabajó en nada y así tenemos este nefasto resultado de ser una incapaz. No ocurre con quienes son algo en su vida privada como bien describe este autor.

  2. Esta el lobo cuidando a las gallinas. Una abogada sindicalista como ministra se trabajo, que todo el bagaje que tiene es como abogada laboralista de sindicato y perder elecciones en Galicia. Así nos va. Se va a cargar al tejido de pymes y micropymes.

  3. Así es y así va España, que está gobernada por inútiles y sin formación alguna y sin sabes que es trabajar de verdad. Es muy fácil decidir con dinero de otros y que otros paguen las locuras de estos ministros que solo dicen locuras imposibles de poner en marcha. Cada vez más España se hunde es decisiones que son inoperantes y que solo empeoran la situación actual. Muy bien artículo donde hace una gran comparativa entre dos ministros totalmente diferentes, uno con formación y otra vividora del cuento.

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