El marino que perdió la gracia del mar, de Yukio Mishima

Vicente C. Cortes| WeltDeLibros

Hay una corriente lectora en las redes que se llama “Marzo Asiático” y en mi caso dejo la propuesta del autor japonés Yukio Mishima (1925-1970), sin duda uno de los autores más importantes del siglo XX. Tras la lectura de “El marino que perdió la gracia del mar”, diría que no es la obra que más recomendaría de este autor, que se destaca por una impresionante capacidad de descripción, ya sea del entorno, de los personajes, pero sobre todo de los sentimientos de estos, de forma que es realmente fácil empatizar con ellos y de hecho de una forma bastante particular.

Sin embargo es una historia interesante. Cuenta, de un lado, la historia de Noboru, un adolescente que en su camino a la madurez parece haber perdido todo referente para dar el paso. Tanto él como sus amigos sienten un rechazo a dicha madurez, entre otras cosas por la ausencia de un modelo al que imitar y por no poder seguir haciendo ciertas cosas que una vez adultos serían penalizados.

Ryuji de su lado es un hombre hecho a la mar, a su inmensidad y a la libertad que esta supone, un hombre que representa todos los anhelos de esos jóvenes. Pero Ryuji es un marino al que la soledad le ha ido ganando terreno hasta convertir su vida allende de los mares en una autentica prisión.

Es ahí donde Nobou y Ryuji cruzan sus caminos. En contraposición de lo que siempre había pensado y que le llevó al marino a surcar los mares, el vacio que representaba la Tierra comienza a estar lleno de emociones cuando conoce a Fusako (madre de Noboru).

El marino parece gustar al grupo de amigos, siendo éste el hombre rudo y decidido que ellos esperan de los adultos. Pero algo no concuerda más allá de la voluntad de los jóvenes, el marino parece perder su heroicidad en cada ola que regresa al mar mientras él yace en tierra.

Esa aura heroica que desprende el marino empieza a desvanecerse, y los jóvenes, faltos de empatía una vez más, deciden redimirse de ello de una forma drástica.

La novela es un cúmulo de emociones pero a su vez con una atmosfera pausada en el tiempo, que condensa en sus pocas páginas los límites de las emociones humanas a través de sus extremos, de la soledad infinita, del vacío existencial, así como de jóvenes frustrados por la falta de empatía y desgana hacia el prójimo.

Una obra dura y con cierto gusto a desazón emocional, no obstante Mishima consigue a través de su siempre sencilla y hermosa prosa (casi poética), llegar a lo más profundo del sentir humano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *