Los que llevamos más de 50 años trabajando en el mundo de las relaciones jurídico-laborales y de Seguridad Social, tenemos una larga trayectoria para poder contar cómo las administraciones públicas se han ido poco a poco ocultando del administrado y en resumen, de los profesionales del Derecho que a diario tratábamos con sus funcionarios.
En concreto el Cuerpo de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, entonces denominado Cuerpo Superior de Inspectores de Trabajo, no tenía mucha plantilla como hoy. Eran pocos, pero bien avenidos y todo porque el Inspector de Trabajo sabía ensamblarse perfectamente con aquella sociedad civil de los años 70, 80 y 90 para poder no sólo hacer rectificar los incumplimientos que en el campo laboral acaecían, sino que con la persuasión, el contacto, hablando y la presencia física en los centros de trabajo y ese “examen” que nos hacían a los profesionales en relación con nuestros representados, suponía un contacto humano, serio y lleno de soluciones para poder abortar las infracciones premeditadas o no y muchas de ellas cometidas por ignorancia. Recuerdo que en los pasillos de las distintas jefaturas de la Inspección de Trabajo se llenaban del calor humano de quienes íbamos representando a una empresa o trabajador y existía un permanente diálogo entre personas del mismo nivel profesional, pues a la larga la Inspección era como el “médico de cabecera” que no se dedicaba en exclusiva a levantar actas de infracción o liquidación, era aquél funcionario público que buscaba soluciones y que intentaba no perjudicar al más necesitado, tanto era así y lo es, que las empresas tenían una relación cordial con quienes las visitaban y con los profesionales prosperaban los criterios jurídicos mejor interpretados para corregir y aplicar la norma.
Los Inspectores de Trabajo junto con los Subinspectores siempre han creado un vinculo estrecho con el profesional del Derecho, pues en resumidas cuentas, ellos nos conocían a nosotros y nosotros les conocíamos a ellos y ellas, porque ya la Inspección está muy bien representada por la mujer Inspectora o Subinspectora. Pues bien, el Ministerio de Trabajo ha querido poco a poco marginar la estrechez de conversaciones y de diálogos entre unos y otros, pues con ese afán recaudatorio ha utilizado al Cuerpo de la Inspección de Trabajo para amenazar a las empresas, mandarlos en campañas a asustar a los empleadores y autónomos y así dejar a un lado ese contacto físico y humano para potenciar la frialdad de los sistemas telemáticos. Es tan así, que el pasado día de la Constitución, el BOE ha publicado el Real Decreto 1011/2023, de 5 de Diciembre, modificando el Reglamento General sobre Procedimientos para la imposición de sanciones por infracciones del Orden Social y acogiéndose a la Ley de Procedimiento Administrativo Común ha querido distanciarnos para que casi ni nos veamos con este prestigioso Cuerpo de la Administración. Ha dictado un Real Decreto, la Ministra Yolanda Díaz, para que todo se resuelva por vía telemática. Es más, obliga a que la Inspección de Trabajo y Seguridad Social se relacione con los ciudadanos y lógicamente profesionales preferentemente por medios electrónicos, lo que viene a demostrar que la frialdad, el hielo y la incomprensión es el vehículo a utilizar y, por tanto orilla el poder hablar y dialogar para concretar puntos de vista dispares y que se haga todo por vía telemática. Todo un despropósito.
Ahora, la Inspección que tras la pandemia ya venía haciéndolo y que antes de ella no se hacía, pese a que la Ley de Procedimiento Administrativo es del 2015, todo lo hará a través de estos medios impersonales y salvo las visitas que realicen, ya su relación será como los conventos de clausura donde cada uno por un sitio de la “pantalla” se dirán lo que consideren y nos limitaremos a entregar una ristra de documentos escaneados que ni siquiera por teléfono se le podrá decir a la Inspección cómo son, de quienes proceden y para que se han hecho y hasta ni darán las gracias por su envío y resultados, como hoy viene ocurriendo. Pero claro, lo importante es alejar de la administración al administrado, cuando ese Ministerio olvida que la administración pública está al servicio del administrado de forma general y no al revés, porque estos son los que pagan con sus impuestos a esos funcionarios que son servidores públicos. Es decir, ahora, prosperará lo impersonal, lo anónimo y hasta articulan la forma de representar ante la Inspección para actuar en nombre de quien se representa, acreditando un apoderamiento apud-acta que sí puede ser por comparecencia personal, pero que tiene que ajustarse a la ley o comparecencia electrónica o por cualquier otro medio válido en Derecho. Todo esto, no es más que una deshumanización de la Inspección con el administrado como ya lo vienen haciendo otras administraciones y donde quienes conocemos el Derecho y tenemos que estudiarlo diariamente será preferente a esos conocimientos el tener unos estudios muy amplios de la informática.
Se resume en que la informática, al parecer es la dueña de todos los procesos de cualquier índole y lógicamente se entiende para la mejora de éstos, pero no para el capricho. Los soportes tecnológicos, registros electrónicos, plataformas, portales y un largo etcétera o se unifican o sigue siendo todo un laberinto de la informática, en el todos se pierden y cada administración va por una calle distinta.
Entiendo que los que llevamos años como profesionales del Derecho y trabajando en favor del administrado, nos quieren hacer funcionarios de la escala “B” para que utilizando los sistemas propios telemáticos, herramientas de informática, programas no pagados por la administración nos convirtamos una vez más en gente que sin salir de nuestros despachos o bufetes tengamos una vida larga delante del ordenador y nunca sepamos quienes están por la parte del otro, lo que conlleva como estamos viendo, el retraso que existe en todas las administraciones tanto por falta de personal como de funcionarios cualificados a quienes no se les puede pedir responsabilidad porque ni se sabe quiénes son ni qué es lo que hacen, pues son todos anónimos y no digamos nada del papel cero, algo que ha quedado en la papelera porque sigue usándose, fotocopiándose y tramitándose. Con este nuevo Real Decreto, vuelvo a repetir, la empatía de los Inspectores y Subinspectores y el buen hacer en sus comportamientos lo esconden en el anonimato, para que no puedan más que moverse cuando salen a visitar a las empresas.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
Otro despropósito más, ya alejaron al administrado y profesionales de la seguridad social y ahora le toca el turno a la inspección .
Magnífica tribuna de lo que viene ocurriendo hoy y que se ve que va a empeorar. Los inspectores muy pocos te atienden personalmente hoy, te citan a través de los autorizados RED y te piden documentos como dice este autor pero cuando terminan ( que por cierto ahora tardan hasta nueve meses) , no te contestan ni te dicen cómo ha terminado la acción inspectora., Desde luego esto no va y ya la relación Inspector- profesional está nula salvo excepciones .
Todo lo que tocan lo empeoran. Ahora la inspección, antes otras administraciones que da vergüenza como funcionan. Total, no sé dónde vamos a llegar. Buen artículo D. José.
Las citaciones de la Inspección de Trabajo ya no existen físicamente, están haciéndolo por vía email y ya a los Inspectores ni se les conoce ni se les ve la cara. Esto es absurdo, pues antes se les podía discrepar en sus actuaciones o dirimir criterios que se aplicaban que no eran procedentes, ahora nada, solo tragarte el acta y recurrirla y es verdad que cuando te solicitan alguna documentación de la empresas o empresas que inspeccionan, muchos por no decir la gran mayoría ni te dan las gracias ni te indican como ha termibado la acción inspectora. Es de total desaliento lo que están haciendo ahora y mas con ni vernos las caras.