La vía pública la tenemos expropiada

José Blas Fernández Sánchez

         Históricamente la denominación o concepto de una vía pública  es cualquier espacio de dominio común por donde transitan los peatones o circulan los vehículos. Todo ello  resumido en varios tipos,  desde plazas, puentes, rondas, vía rápida, pasos elevados, etc.,  que conocemos porque tenían ese  fin, circular o caminar por ellos. Es más, hasta las calzadas que son parte de la calle o una carretera también estaban en exclusiva para un cometido fijo y concreto de aparcar o estacionar en ellas. Sin embargo, hoy los ayuntamientos que se han hecho propietarios en exclusiva de las vías públicas de su término municipal, sin contar con nadie  y a capricho del populismo, han convertido las calles  en espacios  donde por un lado el peatón y por otro  el conductor ya no circulan con la libertad y con el propósito de tener ningún obstáculo que les prohíba su paso. Es cierto que han desaparecido,  en gran medida,   en las ciudades los coches de caballos y se han cambiado por patinetes que independientemente  del peligro que ello conlleva “campan por su respeto” sin ninguna discriminación por donde les parece y les da la gana, poniendo en peligro a muchos peatones como ya ha ocurrido. 

         En cuanto al peatón o ciudadano les han llenado la aceras de obstáculos permanentes, inclusive poniendo en peligro su propia vida, pues  por medio de una simple concesión administrativa,  tenemos cartelería de anuncios de toda índole, donde cobran un buen dinero, contenedores  publicitarios o pantallas anunciadoras que no son  más que una fuente de ingresos para las arcas municipales. Incluimos en esas aceras soportes para iluminarias de todo tipo,  expendedores de tabaco, cajeros automáticos, macetones con flores mustias y llenas de cagadas de perros, bares y restaurantes con miles de sillas que ocupan esa vía pública llamada acera y donde cuando uno circula parece como si tuviera que pedir permiso a quienes se sientan en esas sillas de que pasan por su casa, churrerías ambulantes, paradas de autobuses que acortan las aceras  o plazas  que deben estar para juegos infantiles y  están también llenas de  bares portátiles con sillas y mesas  donde la expansión de los vecinos está confiscada y reprimida. Pero no termina la vía pública aquí, si acudimos a la calzada, las han llenado de carriles bicis y han quitado miles de aparcamientos como ocurre con edificios públicos que tienen copadas las aceras para uso de sus funcionarios   y autoridades, lo que hace que un conductor sin esas prebendas tenga que buscarse aparcamientos subterráneos, porque las calles son como el arcoíris, llenas de zonas azules, naranjas, verdes y cualquier color es bueno para cobrar  ese estacionamiento según se  sea residente o no. Es decir, algunos colores permiten a los residentes,  previo pago de su importe,  aparcar en su barrio, pero sin embargo,  no pueden ir a otro barrio de la ciudad poque allí no se les permite ni siquiera pagando. Es decir, constreñidos a aparcar por donde se vive, pero curiosamente el denominado impuesto de circulación lo siguen cobrando religiosamente y pobre de no pagarlo porque te  vendrá el embargo rápido y telemático por la vía ejecutiva de la tesorería municipal. Todo esto sin contar con la colocación de  contendores de todo tipo, ya sean residuos sólidos, botellas, cartones, aceites, etc.. Es decir,  una ristra de ocupaciones mayoritariamente de aparcamientos que tienes que sortearlos,   porque como no andes dispuesto  tropiezas con ellos que da gusto y no digamos de las falsas tarjetas de discapacitados que, en su gran mayoría son un fraude,  que la utilizan más los familiares  que  los propios discapacitados. 

         Como vemos la vía pública que parece o parecía que era de todos, hoy es exclusivamente del ayuntamiento, donde señaliza como quiere, prohíbe a quien quiere, concede  a bares y restaurantes lo que es de todos y curiosamente observamos como  estos tipos de comercios de la hostelería tienen más metros  cuadrados en la calle que en su propio negocio dentro del inmueble, lo cual tiene una ventaja de no pagar el IBI que es alto y por una simple tasa municipal  multiplican sus ingresos en el suelo que es de todos.

         Las ciudades cada vez están más intransitables. En muchas de ellas existen  aceras levantadas, basuras por doquier, “socavones y boquetes” en el asfalto,   donde los coches dejan sus amortiguadores  y el sufridor del ciudadano que paga sus impuestos  religiosamente  no sólo no encuentra hueco,  sino que tiene que ir sorteando los “regalos” de tantos millones de mascotas que hacen sus necesidades en la vía pública y que con un chorrito de agua los dueños se creen que han dejado  limpia la calle.

           En definitiva esta es la vía pública que “disfrutamos” y lo fácil que es ceder y regalar lo que es de todos por una moneda de cambio, porque pensar en construir aparcamientos, invertir en plazas  para juegos de niños y  acomodar bancos por la vía pública para el descanso de mayores y jóvenes no está previsto. Contra más luces  de navidad se pongan por la vía pública y llenen las plazas de objetos  fijos  que son obstáculos para el ciudadano,  se conforman quienes  regentan estos ayuntamientos   y entre cortes de calles, podas de árboles a cualquier hora y cuanta más circulación existe, desfiles de todo tipo,  etc., etc.,  han acabado con la libertad de movimientos de millones de convecinos.

  Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.

3 Respuestas a “La vía pública la tenemos expropiada”

  1. Totalmente de acuerdo, la vía pública es hoy un circo donde los peatones vamos asustados ya que se permite todo y más. Entre los patinetes y bicicletas no hay quien circule y las mesas de los bares ocupadas casi en su totalidad es una falta de respeto a los viandantes. Las aceras son de los peatones no de los bares que hacen caja con nuestros espacios. Es verdad que tienen un local de 20 metros cuadrados y en la calle ocupan 300 metros.

  2. No puedo añadir nada ha este magnífico artículo .
    Sólo felicitar a José Blas por hacernos disfrutar de su sabiduría y experiencia para reflexionar de la deriva que está sufriendo la ciudadanía a manos de estos nuevos mandatarios que actúan a golpe de improvisación .
    Perjudicando muy seriamente a los ciudadanos quitando derechos , aunque estos derechos sean de pagos, como todos los que expone en este artículo José Blas.
    Es por estás denuncias que me encanta está tribuna.

  3. Un artículo estupendo y que describe perfectamente lo que ocurre a diario en las ciudades. Ya no queda espacio para caminar, solo para circular. Es una situación de la que nadie se percata y menos la administración que promueve el que no se pueda andar por las calles. Enhorabuena al autor por este magnífico artículo que es fiel reflejo de lo que ocurre.

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