Cádiz. Tierra con Memoria | Juan Miguel Baquero

V. C. Cortes| WeltDeLibros

Cádiz. Tierra con memoria

En algunas de las calurosas mañanas de los veranos paterneros, y bajo la sombra de la parra que mi abuelo tenia sembrado en su porche, me sentaba en mi adolescencia a escuchar las tertulias que allí se desarrollaban, con unos parroquianos que a veces no pasaban del mínimo para sacudirse un poco el calor y otros más veteranos como era mi abuelo Pepe, Paco y Luis, que charlaban mientras los dedos de mi abuelo se deslizaban agiles haciendo pleita.

Las tertulias eran muy diversas, pero hubo una que se me quedó grabada a fuego en mi mente, y fue el día que Luis contó “su historia”, – A mí me mataron mis padres porque sabían leer- con esta drástica y rotunda frase iniciaba Luis su relato, un relato que los otros ya conocía, un relato casi tabú a pesar de los años y años transcurridos, un relato que me puso la piel de gallina aun a pesar del calor.

Había muchos más motivos, no solo el de saber leer desde luego, y ninguno de ellos justificaba la barbarie sanguinaria que se cebó con la familia de Luis.

La historia de Luis es la historia de muchos niños/as que aquel verano del 36, cuando el golpe de Estado perpetrado por los fascistas triunfaba en algunas partes de la geografía española, perdieron a sus padres, madres y familiares.

Fue el caso del oeste andaluz, una zona donde la resistencia leal a la democracia, leal a la Republica apenas pudo aguantar el golpe más allá de unos días o semanas.

En el oeste andaluz no hubo guerra, hubo represión. Las atrocidades que a partir de ahí acometieron los fascistas fueron injustificadas (si es que alguna barbarie se puede justificar) y desproporcionada. Apresaron y asesinaron a “sospechosos”, gente cuyo único daño había sido ser leal a la democracia. 

Sacaban a la gente de sus casas, a punta de pistola, los apresaban, y en un camión surcaban las noches veraniegas a fin de encontrar una cuneta donde asestarles un tiro por la sien. De esta forma en solo unos meses el suelo gaditano se llenaba de fosas comunes, algunas en los mismos cementerios, otras perdidas en el campo.

Años de dictadura casi entierran en el olvido a estas víctimas, y dejaba sin castigo a sus matarifes. Pero el olvido por suerte nunca caló, y ya bien restablecida la democracia, sus familiares emprendieron la ardua tarea de rastrear estas fosas. Es ese análisis el que hace Juan Miguel Baquero, ayudando en el trabajo de campo a voluntarios, jefes de exploración y equipos forenses en la recuperación y “reparación” de estas víctimas. 

Un trabajo espectacular y necesario, pues no podemos ni debemos dejar en el olvido una parte tan cruenta de la historia de España, una historia que sitúa a nuestro país a la cabeza mundial de fosas comunes y desaparecidos. Gracias a estos trabajos, a la Ley de memoria histórica que lo permite, a los voluntarios, asociaciones y familias y a las instituciones públicas e incluso privadas que se unen a la causa se puede recuperar los cuerpos de cientos y miles de personas, vejadas y asesinadas por defender la democracia.

Este libro no es un libro para adornar una estantería, es un libro que tenemos que tener presente las nuevas generaciones, no olvidar para no repetir las mismas atrocidades, para entender cuán lejos puede llegar el fascismo sediento de poder, y que hoy en día se camufla y se cuela en parlamentos y ayuntamientos. 

Un libro que sin ánimo de venganza solo busca una cosa, la reparación, en la medida de lo posible y dar dignidad a quienes nunca debieron de perderla en una noche veraniega de allá por el 36.

Termino con una frase que mi madre dijo al autor en la presentación del libro en mi pueblo: ustedes sois la voz de aquellos que ya no pueden hablar.

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