Las distintas generaciones de la vida plantean situaciones y carismas que, una vez que se pasa de cierta edad, se valora en positivo o negativo todo lo ocurrido. En estos momentos, la juventud del siglo XXI pasa por conocer mucho mejor los sistemas telemáticos y ser verdaderos conocedores quienes se encuentran en esa franja, de vivir una vida muy rápida y comunicarse por medios audiovisuales que en otras fechas eran totalmente desconocidos. Antes, un joven se enfrentaba con la obligación del servicio militar obligatorio en el caso de los varones, pero en ese periodo en el que para algunos era una pérdida de tiempo, para otros aprendían a leer y escribir, se hacían de un oficio dentro del ejército que luego les servía para ejercer una profesión en la vida civil, otros se reenganchaban en lo que se llamaba la “mili” y ahí hacían otra situación progresiva con ascensos incluidos que les solucionaban la vida en el futuro, sin olvidar que hasta quienes hacían la I.P.S (Instrucción Premilitar Superior), porque estaban cursando estudios universitarios, se quedaban durante años para luego simultanear su profesión (la más usual era medicina) con la que en la vida real les venía.
Distinto era la mujer, quien tan solo hacía un denominado Servicio Social, el cual le valía para aprender no sólo a ser ama de casa, sino que por el número de mujeres que al casarse no trabajaban, solo les valía para ejercer esa gran vocación de madre, la cual las hacían verdaderas psicólogas, médicos, enfermeras, educadoras, maestras, confidentes y auténticas preparadoras de sus hijos para la vida en general, por lo que aunque ya eso no se estila ni se piensa, quienes tuvimos la suerte de tener esas madres, nunca olvidaremos el calor y los valores que nos inculcaron y donde no las cambiamos por nada.
Hoy todo es distinto. Cuanto he descrito ha quedado obsoleto, no soy quién para valorar si bueno, malo o peor, pero la sociedad civil está en una encrucijada donde los jóvenes están muy desorientados en gran mayoría y el trabajo que deben ejercer desde que terminan una FP o una carrera universitaria, en muchos casos no les vale para nada, pues hay auténticas carreras de parados y lo único que saben, una vez acaben de estudiar, es vegetar ante las Oficinas de Empleo y entrar en las estadísticas del mayor desempleo de la historia de los jóvenes, pues unos por no tener una empresa donde practicar lo estudiado y otros porque su única salida es hacer oposiciones y más oposiciones para vivir de lo público, la “casa está sin barrer” y ante Europa, España es una antesala del fracaso juvenil con un efecto multiplicador tan llamativo, que las estadísticas no salen de su asombro, pues ni trabajan, ni cotizan por lo que el desánimo, los botellones y en muchos casos la delincuencia, hace estragos impensables.
El gobierno debe, de una vez, afrontar este gravísimo problema que cada minuto nos ensombrece, debe destinar los mejores millones en formación que nunca ha gastado y debe a las empresas y profesionales, subvencionarlos adecuadamente para que los jóvenes que acaben de formarse en las Universidades o Centros de Formación, tengan no solo la ayuda económica y estimulativa, sino que esas empresas donde se les puedan incluir como becarios/as, encuentren un aliciente para poder continuar bien en ellas o en otras, pero que la formación que reciban no sea un obstáculo para que quienes sean formadores, solo comprueben cómo las prácticas de estos jóvenes solo sirve para tener una ayuda económica y las empresas liquidarlos en cuanto acaben su tiempo de formación. Hay que apostar y no crear centros aparentes donde muchos casos sean centros para sacar dinero a las administraciones, hay que coordinar bien esa formación donde estos jóvenes no les cueste a las empresas ni un solo euro, pero que a cambio les dediquen meses de formación de verdad, para que cuando terminen salgan con conocimientos de ejercer y enseñar lo aprendido y no con un certificado que solo les vale para ponerle un marco y colgarlo en la pared, mientras sus progenitores o tutores siguen pensando que cuanto se han esforzado para que estudien, no les sirve para nada, pues siguen buscando trabajo luego de cualquier actividad con tal de ocupar el tiempo sobrevivir.
Hoy para colmo, parte de la juventud está sometida a una quinta ola de la pandemia, hospitalizados en las Unidades de Cuidados Intensivos muchos de ellos y lo que es peor también falleciendo, con continuos contagios que lo que parecía que con ellos no iba, ahora están encapsulados en el covid-19, lo que destroza no solo vidas de jóvenes sino de sus padres y familiares, por lo que habrá que pensar en unas relaciones laborales de acorde con la realidad e inculcando valores a quienes no los tienen, pues sin ello la sociedad no avanza y encima perdemos escalafones de la vida, por tanto fortifiquemos a jóvenes en su conjunto y mujeres en edad de trabajar, ya que son dos segmentos de la sociedad de la mayor importancia, pero hacerlo con sentido de la realidad y sabiendo formar a éstos para reinsertarlos con plenitud, lo contrario es tener mucha titulitis que no sirve para nada y vegetar en el sueño de los no tenidos en cuenta por una sociedad sin escrúpulos. Dejémonos de demagogia y preparemos a la juventud para el trabajo, pues su tiempo en la universidad y en los centros ya acabó y lo que no podemos tener es jóvenes de alto grado, haciendo las veces de trabajos de subalternos o emigrando a otros países para que allí los utilicen como deberíamos hacerlo nosotros.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.
Que desastre de formación y porvenir de tantos jóvenes. Los botellones y la cultura de no hacer nada es muy grave, cuantos están en sus casas adormecidos y sin porvenir, pero claro mientras el aliciente es meterse en un Partido Político y verlas venir. España está desilusionada pirwue esa juventud debe ser ese divino tesoro que te vas para no volver, pero con las alforjas llenas de valores para saber transmitirlos a quienes les sustituyan.
La juventud de ahora es el reflejo de la sociedad del mañana y en su gran mayoría está asentada en la ley del mínimo esfuerzo así que vaya futuro nos espera. Ya las consecuencias las estamos sufriendo ahora con la pandemia en la que algunos jóvenes son tan irresponsables que ahí están los contagios. Un buen artículo.